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Pedro Ferrándiz, el genio de los banquillos

Si alguien puede presumir de palmarés, ese es Pedro Ferrándiz. Su trayectoria al frente del Real Madrid no ha podido ser igualada por ningún otro entrenador en club alguno: en trece años, doce Ligas, once Copas y cuatro Copas de Europa. Nuestra siguiente parada en la serie de Históricos del Baloncesto Nacional es la figura de este gran técnico, a la que nos acerca Paco Torres. Conoceremos anécdotas de su brillante trayectoria, los detalles de la única liga que no conquistó y la historia de la famosa "autocanasta de Alocén". Espíritu inquieto, ahora vive dedicado a su gran obra: la Fundación Pedro Ferrándiz, el mayor centro de estudios del deporte de la canasta

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“El baloncesto fue para mí lo que la religión para san Pablo. Yo me dedicaba al fútbol, como todo el mundo y un día, en Alicante, entré por casualidad en una cancha de baloncesto y aquello fue para mí como la luz para san Pablo cuando se cayó del caballo camino de Damasco”. Si aún no han adivinado quién es el autor de esta magistral frase les daré una pista más: ganó doce de las trece Ligas que disputó, once de las doce Copas y cuatro Copas de Europa en siete finales. Los Torneos menores, ni los cuenta y los subcampeonatos los tiene borrados de la memoria. Dice que se retiró porque “los títulos me salían por las orejas”. El Real Madrid dejó de ganar títulos, pero quizá por aquella aún no entendida decisión, el baloncesto mundial ganó algo más importante: la fundación que lleva el nombre de nuestro protagonista: Pedro Ferrándiz.

Como los logros en forma de historial están al alcance de todos en las enciclopedias y son, además, inamovibles, y sus conquistas están a buen recaudo en forma de trofeos en la sala del estadio Santiago Bernabéu y alguno en su propia fundación, quizá sería mejor conocer al personaje a través de sus recuerdos. Esos que harán que sigan en pie o se desvanezcan algunas de las leyendas que acompañaron la trayectoria de un entrenador irrepetible.

¿Sólo entrenador? ¿Nunca jugador? Sí que jugó. Para los descreídos, hay fotografías que así lo confirman. Eso sí, todas posando con sus compañeros, ninguna en acción. Como él no aclara qué tal era con el balón en las manos, nos centraremos en sus inicios como entrenador. Y ahí sí se hace realidad la leyenda urbana de que fue en la mili. Y también los motivos: “para tener más merienda”. Así que tenemos que nuestro entrenador más laureado empezó su carrera como tal vestido de caqui y para dar satisfacción a su estómago.

Tanto le gustó entrenar a otros que al regresar a Alicante hizo el curso de entrenador nacional… por correspondencia. “Saqué el número uno, evidentemente”. Siguió entrenando en el Frente de Juventudes. Campeón de Alicante y terceros de España. De aquel tiempo guarda buenos recuerdos y algún otro que ahora se ríe de recordar. Como el de estar descalificado a perpetuidad por la Federación Española. Ocurrió que al no ser nombrado seleccionador alicantino prohibió a sus jugadores acudir a la selección provincial. “Al venirme al Madrid se olvidó todo, pero a mí nadie me ha comunicado que se me haya levantado la sanción”.

En aquella época nació su vocación periodística, que años más tarde emplearía en fundar la primera revista de baloncesto de nuestro país. Se llamó “Baloncesto”, un nombre muy descriptivo, pero poco original, quizá lo único que haya llevado a cabo Ferrándiz sin un toque de genialidad. Vaya lo uno por lo otro: ser un pionero por ser poco original con el nombre de la publicación. Pero lo que hizo Pedro en Alicante fue crear un personaje radiofónico llamado “El duende del basket” –ahí anduvo más fino, sin duda– donde no dejaba títere con cabeza. “Puse a parir a todo el mundo durante más de un año semanalmente y hasta que yo no lo dije, muchísimo tiempo después, nadie supo que ese personaje era yo. Y no lo supieron porque al primero que ponía verde era… a Pedro Ferrándiz”.

Su época de enfant terrible alicantina acabó cuando se fue a vivir a Madrid. Utilizó sus influencias en el entorno del baloncesto para que, siendo empleado de Sindicatos, le trasladaran a la capital. Era mecanógrafo y aprovechó una final de Copa en Alicante entre el Real Madrid y el Joventut para pedirle al secretario de la federación Española, que se llamaba Gabarrón, que intercediera por él. Y Gabarrón le habló de él a Raimundo Saporta, vicepresidente del Real Madrid y de la FEB. Y ahí empezó su gran aventura: entró en el Real Madrid para organizar los torneos sociales, una vez que llegó a Madrid en autobús, con 2.000 pesetas prestadas… y sin el traslado de su puesto de trabajo. Se presentó en el edificio de Educación y Descanso en la Gran Vía madrileña para hablar con Manolo Martínez, campeón de España de natación, además de máximo mandatario de E y D. Con su habitual poder de convicción consiguió que le nombrara su secretario. Poco le duró tal empleo. Justo el tiempo que tardó Saporta en pedirle que se hiciera cargo de los equipos inferiores del Real Madrid.

Y empezó a ganar títulos de España con los infantiles, juveniles y juniors blancos. Y de ahí al primer equipo del Real Madrid, tras curtirse dos temporadas en el Hesperia, filial madridista, pero también en Primera División. Fue en la temporada 59/60 cuando se puso al frente de la primera plantilla. En tres periodos distintos, con un corto intervalo además al ser nombrado seleccionador nacional –donde no le fueron bien las cosas, ya que antepuso la disciplina a llevar a Alfonso Martínez, entonces la estrella y el único hombre alto en el panorama español– Ferrándiz fue el gran protagonista de las páginas más esplendorosas que haya escrito jamás club español alguno. En trece años, doce Ligas, once Copas y cuatro Copas de Europa.

Ganar tanto tiene su cruz: que en vez de requerirle por cada una de las doce Ligas que gana –no habría espacio suficiente para rememorar una por una– hay que indagar por la excepción, la que perdió. A los entrenadores normalmente se les pregunta por el título que conquista. A él, por el que pierde. Aún ahora le duele aquella derrota por dos puntos ante el Estudiantes en el Ramiro… que le dio la Liga al Joventut. “Un jugador, llamado Segura, metió en el último segundo, los dos puntos que nos hicieron perder la Liga”.

Tiene menos memoria para los títulos. Es que se sucedían como rosquillas… Por sus manos pasaron los mejores jugadores que pisaron los parqués españoles entre 1959 y 1975, aunque tres de ellas no estuviera al frente del equipo. Viajaba a Estados Unidos en busca de jugadores que le soplaban sus contactos. Así llegó, en el verano de 1967 hasta Morris, donde estaba ubicada la Universidad de Minnesota. Le habían hablado de un tirador extraordinario. Fue hasta la dirección que tenía apuntada y llamó al timbre. Le salió a abrir un chaval tímido y muy rubio. En un inglés un tanto peculiar le pidió que llamara a su hermano mayor. La cara del chico fue un poema. No había tal hermano mayor. Aquel chico se llamaba Wayne Brabender y daría tardes de alegría al Real Madrid y a la selección española.

Cinco años antes, aquel que viajaba a USA para completar equipos imbatibles, había hecho cambiar las reglas de la FIBA. Ocurrió que el Real Madrid jugaba en Varese el partido de ida de los cuartos de final de la Copa de Europa. Con el partido empatado y varios de los pivots eliminados, cuando tenían que sacar de banda a escasos segundos para terminar el encuentro, Ferrándiz ordenó al recién incorporado al juego Lorenzo Alocén que anotara en su propia canasta. Así lo hizo y acabó el partido con el público y jugadores italianos alborozados por el triunfo ante tan “tonto equipo español”. Cuando se dieron cuenta de la “jugada” ya era tarde. Una prórroga podría haber supuesto una victoria por más de dos puntos. Esa diferencia la levantó el Real Madrid en el partido de vuelta. Levantó más cosas: una polvareda tremenda que hizo que la FIBA variara el reglamento. Ese año Ferrándiz dio el primer paso en su particular conquista de Europa: llegó hasta la final, que perdió ante un impresionante Dynamo de Tblisi, verdugo del poderoso TSKA.

Tres años después Pedro Ferrándiz llevó al Real Madrid a apuntarse la primera triple corona. Campeón de Liga, de Copa y de Europa, derrotando al TSKA ruso tras remontar en el Frontón Fiesta Alegre la desventaja de Moscú. Ferrándiz podía ya dormir tranquilo: lo había ganado todo. Pero Ferrándiz no se cansaba de ganar y lo siguió haciendo durante diez años más. Y en otra temporada (la 73/74) repitió el triplete.

Pero aquellos triunfos no llegaban caídos del cielo: Ferrándiz fue un continuo innovador, que a pesar de que a él le guste decir que era tan bueno porque no tenía ni idea de baloncesto, lo cierto es que era un estudioso y un técnico que adaptaba a su equipo aquello que le gustaba de las universidades norteamericanas, por ejemplo. Además de fichar muy bien, tanto en España como en Estados Unidos, de allá Pedro se traía no pocos conceptos que luego aplicaba con éxito en el Real Madrid; las defensas con ayudas se vieron por primera vez en nuestro país porque Ferrándiz las importó. Y también el “trailer” en el contraataque. La llegada de un hombre alto en la segunda oleada fue una de las mayores aportaciones del técnico alicantino para modernizar nuestro baloncesto.

Por sus manos pasaron los mejores: Emiliano, Sevillano, Morrison, Sainz, Montgomery, Laso, Hightower, Burgess, Luyk, Brabender, Aiken, Ramos, Cristobal, Rullán, Cabrera, Walter, Corbalán… Seguro que nadie ha trabajado con tantos talentos y quizá nadie hubiera sido capaz de sacar tanto rendimiento a unas estrellas a las que Ferrándiz jamás dejó que se salieran de su único y fundamental papel: jugar en equipo para ganar.

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Ganar… Un verbo que va absolutamente pegado al apellido Ferrándiz. Datos: en las trece Ligas que jugó obtuvo 264 victorias por 18 derrotas. Dos temporadas y media se pasó sin perder un solo partido.

Quizá por eso se retiró. “Porque me salían los títulos por las orejas. Y además, mi retirada fue producto de una decisión muy meditada. Tanto que me retiré al acabar la temporada 74/75 y anuncié que me marchaba en 1973”. Y así fue. Y se marchó con otra frase magistral: “En España sólo dos personas han nombrado sucesor. El otro soy yo” en referencia al general Franco. Él dejó a Lolo Sainz, que había sido su ayudante durante los últimos años.

Y se marchó para jugar al golf. Le tentaron para que no lo dejara. Lo hizo uno de los grandes rivales en las canchas: el F.C. Barcelona. Así lo recuerda ahora Ferrándiz. “A la semana de haber dejado el Real Madrid me llamó por teléfono Ciurana, un directivo del Barcelona, para ofrecerme una cantidad que ahora no tengo por qué revelar y yo le contesté que si eso era al mes o al año. Y me colgó el teléfono. Nunca más supe de él”.

No sería la última vez que una cifra sirviera para descubrir al personaje. Siendo director del baloncesto del Real Madrid (lo fue con Ramón Mendoza dos veces y con Lorenzo Sanz una) y tratando la renovación de Joe Arlauckas, Pedro Ferrándiz volvió a hacer gala de su carácter. “Arlauckas, que era el mejor en aquellos momentos, tenía una oferta muy importante de Italia. Un día me lo llevé a comer al Asador Donostiarra y le mostré mis deseos de que siguiera con nosotros, ya que era una pieza fundamental. Y le dije que para resolver el tema económico, lo mejor era que el pusiera una cifra en una servilleta y yo otra en otra servilleta y que sobre ellas discutiríamos. Él puso la cantidad que creyó oportuna y yo había escrito únicamente OK. Menos mal que la cifra era razonable. Cuando se lo conté a Lorenzo Sanz casi se desmaya. Si llega a haber escrito dos millones de dólares…”.

De sus épocas como director del baloncesto –la primera porque se lo pidió Raimundo Saporta, entonces vicepresidente con Ramón Mendoza– recuerda sobre todo el fichaje de Alberto Herreros, sin duda el traspaso más sonado de la historia del baloncesto español. Fue una de las batallas en las que le gusta meterse a Ferrándiz y que disfruta como nadie.

Espíritu inquieto, a él se le debe la creación de la Asociación Mundial de Entrenadores, ahora bajo los auspicios de la FIBA. Pero su gran obra, lo que él considera su legado más importante para el baloncesto, por encima de victorias y títulos: la Fundación Pedro Ferrándiz. Una idea que le empezó a rondar en 1990, que puso en marcha, con la ayuda del ayuntamiento de Alcobendas, y que en la actualidad es el mayor centro de estudios del deporte de la canasta. Libros, revistas, colecciones de todo tipo de cosas relacionadas con nuestro deporte, obras de arte… La Fundación Ferrándiz convoca la Bienal de las Artes, un concurso importantísimo de pintura y escultura; también acoge a conferenciantes y cada cierto tiempo convoca a medios de comunicación para que reflexionen sobre algún tema en concreto y luego dar a conocer las conclusiones.

Luchador incansable, ha conseguido que la FIBA conceda a la Fundación la creación del Hall of Fame del organismo internacional. Un edificio que está terminándose de construir lo acogerá en breve.

El de la Fundación es un proyecto que supera a cualquier otra iniciativa que se haya tenido jamás para con el deporte del baloncesto. “Es mi última iniciativa… de momento”. Palabra de Ferrándiz.

FICHA PERSONAL

Pedro Ferrándiz
Alicante, 20/10/1928

Trayectoria deportiva Categorías inferiores del Real Madrid (55/57)
Hesperia (57/59)
Real Madrid (59/62, 64/65 y 66/75).
Seleccionador nacional

Palmarés

  • Campeón de Liga en las temporadas 60-61, 61-62, 62-63, 65-66, 68-69, 69-70, 70-71, 71-72, 72-73, 73-74, 74-75 y 75-76.
  • Campeón de Copa en las temporadas 60-61, 61-62, 62-63, 65-66, 67-68, 70-71, 71-72, 72-73, 73-74 y 74-75.
  • Campeón de la Copa de Europa en las temporadas 65-66, 67-68, 68-69 y 74-75.
  • Campeón de España con el Real Madrid en infantiles, juveniles y juniors