ACB Photo / M. Á. Polo
© ACB Photo / M. Á. Polo
Volver, por Víctor Claver
Fue la joven promesa, el hijo pródigo que se marchó a hacer a las Américas y que este año, después de un largo viaje, regresa a casa para ser uno más entre los suyos. Ilusionado con crecer junto a Valencia Basket, Víctor Claver también trabaja para ayudar con su experiencia a los talentos emergentes de la cantera taronja.
  

Uno puede ser viajero toda una vida, pero reconocer el hogar al instante. En algún momento de nuestro relato, hemos sido nómadas de fortuna, pero siempre tuvimos una casa. Un lugar de recogimiento, una zona de confort y el espacio de máxima libertad. Puede que este no siempre tenga una expresión física, por qué ¿Quién no ha sentido alguna vez que su hogar es donde está una persona o donde se siente realizado?, sin embargo, todos lo reconocen cuando lo encuentran.

El caminante marca sus pasos a ritmo irregular persiguiendo reconocimiento, fama o dinero. Placeres que se creen necesarios en una vida marcada por la celeridad y lo efímero de los sentimientos. Sin embargo, sabe que tarde o temprano volverá a su hogar pues sólo allí encuentra la felicidad.

Así lo sintió Víctor Claver cuando este verano pisó el parqué de la Fonteta después de estar nueve años lejos de ella.“Fue como volver a casa”, nos confiesa. Para él todo era conocido y por ello no esconde el punto de emoción que envolvió a ese instante tan personal. “Hubo nostalgia por recordar todo lo que viví en mis primeros años, pero a la vez alegría por volver a estar aquí”, reconoce. Había disfrutado de un maravilloso viaje que lo llevó a Portland, Moscú, Krasnodar y Barcelona, pero este año entendió que tocaba volver al redil en el que las emociones son más puras, al club al cual siempre perteneció.

acb Photo / E. Cobos
© acb Photo / E. Cobos

José Saramago escribió que “cualquiera ve la diferencia entre un adiós y un hasta luego” y cuando Víctor salió de la Fonteta la noche del 1 de junio de 2012 todos intuían que no sería un adiós. Era lógico que la llamada de la NBA fuese atendida y comprensible el deseo de crecer con los mejores. Es cierto que, con los años, quizá perdió fuerza la esperanza de tenerlo de nuevo entre su gente, pero incluso él mantenía la sensación de que el día de volver llegaría más pronto que tarde. “Yo tenía el deseo de poder acabar aquí, pero no acabar porque sí. Después de la experiencia acumulada dando vueltas de aquí para allá, yo quería volver a estar en mi equipo y poder ayudarle, y no solo volver porque crecí aquí, sino porque quería aprovechar esa experiencia para hacer crecer al equipo”, asegura.

Entre aquellos años que estuvo lejos de casa, Claver tuvo que regresar esporádicamente como visitante y enfrentarse al club que le llevó a la cima del baloncesto nacional. Fue difícil ser rival donde creció, pero más lo fue sentir el frío recibimiento de una parte de la afición. Él, sereno como siempre, no se alteró y tampoco quiso buscar explicaciones a algo tan irracional como son los sentimientos en el deporte. Sencillamente lo entendió y agradeció a quién, aún como adversario, le quiso como siempre. “Creo que hubiera sido un error intentar entenderlo. Creo que la afición siempre tiene su opinión e, igual que ahora aplaude, antes había que respetarla. Sé que había gente que si lo hacía es porque quería que volviera, y que no le gustaba que no hubiese vuelto en ese momento, pero tampoco quise darle mucha más importancia”, señala.

Para él, “que alguien de la casa no estuviese jugando con ellos pudo molestar, pero también por eso ahora aplauden y lo agradecen como yo agradezco siempre el apoyo, porque siempre lo que más he recibido aquí es cariño”. Claver sabe que no hay nada más pasional que el deporte y por eso los pitos de ayer son los aplausos de hoy. Convertido en uno de los referentes de la actual plantilla, cada acción suya es ovacionada porque tiene marca autóctona. Ese cariño no tiene precio y por eso el valenciano lo aprecia especialmente.

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La distancia que dan las nueve temporadas fuera de Valencia ha convertido al jugador en un espectador de lujo de la metamorfosis experimentada por el club valenciano. Nadie mejor que él puede ver la profunda transformación y crecimiento de Valencia Basket. “Sea ha intentado que todo lo que rodea al primer equipo sea para sumar: nutricionista, equipo médico, todas las instalaciones, las facilidades que nos dan en el día a día…”, nos dice.

NUEVA ETAPA, NUEVO DORSAL
“Es un número que me gusta y al volver a Valencia quería llevar un número nuevo que no fuera ninguno de los números que he llevado en otros equipos. Me apetecía un cambio en esta etapa nueva”, confiesa al hablar de su nuevo dorsal.

Pero si hablamos de cambios, el alero destaca uno: “L’Alqueria, con sus implicaciones a nivel de baloncesto y social, es impresionante”, comenta. Él, que en su día fue jugador de cantera, valora el significado de tener en casa unas instalaciones baloncestísticas de primer nivel porque es la semilla que hará germinar a nuevos jugadores. “Yo creo que aquí se está haciendo un gran trabajo para que desde L’Alqueria, que es tan bonita y espectacular, puedan llegar jugadores al primer equipo”, reconoce.

El muro de los sueños que hay en el recinto valenciano es, precisamente, un canto a la esperanza de todo joven que sueña con llegar al primer equipo. Claver es uno de los apellidos destacados que allí se pueden leer y, curiosamente, ahora él tiene la oportunidad de apadrinar a quienes serán sus sucesores como referentes del baloncesto en Valencia.

Víctor se siente “encantado” con esa oportunidad que le brinda su regreso y, con el recuerdo de las lecciones que tomó de Víctor Luengo y sus propias vivencias, espera colaborar para que los Josep Puerto, Guillem Ferrando o Millán Jiménez lleguen a consolidarse en la Liga Endesa. “He estado con jóvenes también en Barcelona y me gusta que sepan que los jugadores que tenemos más experiencia estamos para ayudarles y que lo que les decimos es para que les ayude a estar muchos años en acb con el primer equipo”, dice.

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EL OTRO CAMINO

Cantaba Carlos Gardel en su tango ‘Volver’ que “20 años no son nada”, pero nueve temporadas en el baloncesto son media carrera y es inevitable el cambio. El Claver que se marchó es en esencia el mismo que hoy regresa al Valencia Basket, pero su juego ha cambiado y él mismo asegura “tener las cosas más claras. Cuando eres más joven el físico te da mucho y la cabeza no tanto, y ahora es al revés. Ahora cuando las piernas no van, es la cabeza la que te aguanta”. La madurez propia de los años y las vivencias acumuladas durante sus anteriores equipos hacen que hoy Claver pueda “jugar con más tranquilidad, conocer todo mucho mejor y tomar mejores decisiones”.

Cambios internos, pero también en la forma en la que se le ve desde fuera. Como al hijo que se le quiere y se le exige porque siempre se espera el máximo de él, a Claver le ha costado ganarse el reconocimiento general. Se le pedía que fuera un jugador desequilibrante, casi que en cada ataque dejara un highlight y no siempre se entendió qué quisiera marcar su propio camino y forjar su propia personalidad como jugador de baloncesto. “Quizás se esperaba a un jugador diferente al que soy. Siempre, he intentado ser el mejor jugador que yo puedo ser, no he intentado ser otra persona. Está claro que a todos nos gustan jugadores que meten muchos puntos, pero no todos podemos ser ese jugador. A nosotros también nos gustaría meter 30 puntos cada partido, pero no se trata de eso, sino de ganar partidos y yo siempre he puesto la balanza en favor del equipo por encima de mi propio interés”, afirma.

De un tiempo a esta parte, el runrún sobre sus actuaciones dejó pasó al aplauso generalizado y al reconocimiento de que tan importante es lo cualitativo como lo cuantitativo. No todo en el baloncesto aparece en una hoja estadística y Víctor es un jugador que ha labrado su carrera dejando de lado el ego personal para reforzar el éxito colectivo. “Quizá es fácil de entender, pero difícil de hacer. Todos somos parte de algo y ese algo es lo que tiene que triunfar. Da igual los números y, cuanto más alto, más importancia se le da a que el equipo gane”.

Este mensaje seguramente sea más fácil de asimilar e interiorizar dentro de un colectivo y no tanto cuando se es público y la euforia agita las pulsaciones. Por ello hay que poner en valor opiniones como las de Ricky Rubio quien, en plena efervescencia olímpica, este verano verbalizó una genial reflexión que tenía a Víctor Claver como protagonista indirecto. “En el baloncesto hay muchos detalles que no se notan en las estadísticas y sin ellos no ganaríamos. Se puede destacar la anotación mía, pero en las faltas en ataque que hemos forzado, Claver ha estado increíble otra vez... Creo que una Selección no es un jugador”, dijo Ricky tras anotar 26 puntos a Argentina.

El todo parte de cada elemento individual y todos y cada uno de ellos tienen la misma importancia para alcanzar el último objetivo. Para asimilar esta verdad tienen que pasar muchos años, pero también debe haber un poso humano que va más allá de lo deportivo. Así lo percibimos en las palabras del propio Claver cuando señala que “quizá en la Selección se note más porque el espíritu de equipo y conocernos durante muchos años hace más fácil esa conexión para que el conjunto triunfe”.

Con esa mentalidad colectiva que siempre tuvo y la experiencia ganadora vivida en clubes y selección, Claver ha vuelto a Valencia con la intención de “ayudar a volver a la Euroliga porque es donde se merece y tiene que estar el club”. Sin embargo, su regreso tiene un sentido más profundo y reconoce que también busca “ayudar a los jóvenes, y que los jugadores valencianos sepan que yo he sido como ellos, que también empecé jugando en el segundo equipo… y ayudarles para que se puedan asentar y tener minutos de calidad como están haciendo ahora”.

Vivimos nuestro presente porque antes hubo un pasado y sin él la realidad sería distinta, ni mejor ni peor, diferente. Hoy Claver es un jugador completo. Está de nuevo en casa, quiere crecer con su equipo y con el cariño de su gente. Puede ser que pocos aceptasen su marcha y seguro que nadie quiso verle vestir otra camiseta en la Fonteta, pero ahora, en plena madurez de jugador e institución, el viaje recorrido también le da un nuevo y hermoso sentido al momento que Víctor Claver vive en Valencia Basket.