Olvídense de la imagen de los dos rubios encorbatados llamando a su puerta para intentar convertirles. No. Los mormones también la saben meter, y bien que lo han demostrado en la Liga ACB. Hace poco lucieron fugazmente Travis Hansen y Casey Jacobsen, ambos en el TAU Cerámica. Pero además, en el pasado, dejaron huella más baloncestistas pertenecientes a esta religión que presentimos tan cercana y tan lejana a la vez. Teletransportémonos a los años 80 y 90 para descubrir sus historias y al mismo tiempo veamos qué ha sido de sus vidas, casi siempre como miembros activos de la denominada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Brian Jackson: El pionero
El camino lo abrió, en 1982, Brian Jackson, que llegó al Cotonificio de Badalona cuando la ACB todavía no había sido fundada. Poco imaginaba aquel barbilampiño y esquelético alero que pasaría 12 de sus 14 temporadas como profesional en España, con únicamente paréntesis de un año en Venecia (1983) y Gorizia (1986). Sólo en dos de todas esas campañas no alcanzó los 20 puntos de promedio. Era un jugador de un tiro exterior implacable, y eso que entonces la línea de 3 puntos o bien no se había creado (lo hizo en 1984) o bien no se le sacaba tanto partido como ahora. Decisivo en el Real Madrid que ganó dos ligas, una copa y una Recopa, santo y seña posteriormente en Huesca haciendo pareja con Granger Hall, en la recta final de su carrera contribuyó a empezar a hacer grande al Caja San Fernando. Aún es el tercer máximo anotador de la historia de la ACB, el número 1 entre los extranjeros, con 22 puntos de media en 392 partidos.
En 1995 regresó a Salt Lake City (había estudiado en Utah State) y tiene un papel importante en la West Ridge Academy, una escuela benéfica para niños con problemas en la que vive codo con codo con el que probablemente es el baloncestista mormón más conocido de la historia: el gigantesco Shawn Bradley (2,28). Tiene esa imagen de tipo alto y raro, pero es un tipo increíble, una gran persona. Con el dinero que ha ganado podría no volver a trabajar en su vida, pero aquí le tenemos todo el día, haciendo muchas cosas, cuenta Jackson, que ya tiene 49 años. Asegura que cada vez aprecia más todos los años que pasó en España. Al principio vas creyendo que sólo estarás un año cogiendo experiencia antes de intentar entrar en la NBA, pero luego te das cuenta de que eres más feliz jugando mucho y siendo importante para mucha gente en lugar de al final de un banquillo en un equipo que te importa menos, agrega.
España será siempre una parte de mi vida. Fui muy afortunado de estar en buenos clubs, aunque desde luego en todos no había los mismos objetivos. Disfruté mucho haciendo muchísimos amigos, aprendiendo español, aunque esto lo tengo un poco dejado. Todavía puedo hablar algo y sobre todo entenderlo, destaca, orgulloso de su religión. Para nosotros los mormones hay que ser entregados en el trabajo y el baloncesto hay que tomárselo así, explica, con tiempo para bromear: Vale, metí muchos triples, pero es verdad que podía defender un poco mejor.
Trumbo: Corazón pucelano-culé

En el 2001 volvió a marcharse y ahora vive en Provo, una ciudad de 100.000 habitantes en Utah, donde ha fundado dos empresas que tocan distintos campos. Sigo el baloncesto, pero tengo dejado lo de ser entrenador, aunque he tenido ofertas de las universidades de aquí. He querido hacer cosas nuevas, negocios con amigos, afirma en un perfecto castellano. Con su mujer sigue comunicándose así. Y uno de sus cinco hijos vive en Barcelona, adonde viaja al menos una vez año. Echo de menos España, sobre todo a los amigos, y, claro, la comida. Me gustaría seguir más de cerca el Barça, también el de fútbol, añade.
Trumbo quiere descartar cualquier idea enrevesada que se pueda tener sobre los mormones. Hay sectas que hacen daño a nuestra imagen, que nadie piense que podemos tener cuatro mujeres. Ser mormón te ayuda a ser jugador de baloncesto, ordenado, recto, pero no sólo ello. Cualquier religión puede hacerlo si es buena para ti, explica. Se mantiene informado de lo que sucede en España y le desea suerte a Aíto García Reneses en su nueva aventura como seleccionador nacional. Va a tener difícil hacer un equipo con tan poco tiempo, pero si alguien puede hacerlo es él. Eso sí, recuerda la época en el que hablaba con él para que diésemos más minutos a Pau Gasol y Juan Carlos Navarro. Ahora disfruto viéndolos.
Toolson: El triplista que no olvida

Toolson, nacido en Twin Falls (Idaho), es un fiel seguidor de su religión. De 1985 a 1987 estuvo en una misión en Chile y también ha trabajado con comunidades de indios y dado numerosas charlas a jóvenes. Después de su retirada, estuvo un tiempo en el cuerpo técnico de los Cougars de Brigham Young y ahora se dedica en Alpine, también en el estado de Utah, a gestionar una empresa de seguros e inversiones. Tiene seis hijos, a alguno de los cuales entrena.
Mis recuerdos de España son inmejorables. El tiempo que pasé me ha servido de mucho, tuve muy buenos compañeros y entrenadores y estuve en grandes clubs. No es fácil volver por los niños y el trabajo, pero sé que algún día regresaré para ver a todos los amigos que dejamos allí, resume. De todos los equipos recuerda cosas positivas: Mi primera experiencia en ACB fue en Andorra y nadie pensábamos que íbamos a ser tan buen equipo, acabando muy arriba en la liga; en Zaragoza, todo el problema del dinero entraba dentro de lo que puede pasar en el deporte profesional, pero no nos afectó y fuimos competitivos; en Badalona en 1997 ganamos la Copa del Rey y fue el highlight de mi carrera y ya al final Girona y Estudiantes eran clubs muy profesionales y disfruté jugando mucho para ellos. He tenido mucha suerte.
Respecto a la relación mormonismo-baloncesto, la ve clara: somos gente seria que intentamos trabajar fuerte y dar valor a las personas que nos dan trabajo. La familia es muy básica para nosotros y también entendemos que siempre es más importante que vaya bien el equipo a que vayamos nosotros bien individualmente.
Más mormones

Muy parecido tipo de jugador fue Josh Grant, de la Utah University, que fue su sucesor en Valencia (94-95) antes de incorporarse al León (95-96), siempre dejando buenos números, aunque con alguna que otra carencia para luchar contra pívots más fuertes. Su experiencia NBA sólo fue de 53 partidos (Golden State, 93-94) y tras pasar por España su carrera se centró más en el basket francés (Le Mans, Pau, Cholet), aunque con alguna incursión en Grecia (Olympiakos y Aris) e Italia, donde acabó en la 2001-02 (Euro Roseto).
Un perfil distinto tenía Tom Gneiting, más bien especialista defensivo-fajador bajo los tableros en Primera (Tenerife, Guadalajara) y ACB, donde mandó sobre todo en Bilbao (16,6 puntos y 11,7 rebotes en la 89-90) y ejerció de temporero en Murcia (90-91) e incluso en el Barcelona (92-93). Es de los pocos que no vive en el estadio de Utah: el banco para el que trabaja le ha destinado a Las Vegas (Nevada).
Otro antiguo Cougar con Trumbo y Ainge, Fred Roberts, llegó en 1993 al Barcelona con buena fama desde la NBA, donde incluso había disputado una final con los Boston Celtics ante los Lakers en 1987. Antes, en 1979, había sido campeón del mundo junior en un equipo en el que mandaba James Worthy. 14,8 puntos y 5,8 rebotes fueron sus decentes promedios ACB, pero aquel Barça post-Norris necesitaba algo más de peso para enfrentarse al Real Madrid de Arvydas Sabonis. Luego continuó su carrera como jornalero en la liga norteamericana (Cavs, Lakers, Mavericks), en un papel que le correspondía mejor, saliendo del banquillo. Su actividad actual está relacionada con la bolsa.