Ha sido sin duda una de las agradables sorpresas de la campaña de nuevos abonados del CAI Zaragoza en el primer año ACB. El enorme éxito cosechado por la puesta en marcha del pequeabono ha superado las previsiones iniciales más optimistas. Hasta el momento, se han realizado 450 altas.
Se trata de un público muy especial, seguidores del mañana que un día heredarán la voz cantante de sus padres en la marea roja del pabellón Príncipe Felipe. Un producto pensado para que niños de 0 a 7 años se iniciaran en el deporte de la canasta y seguir la afición de sus padres. Pero si el de 0 a 7 era un mero límite, pocos podrían imaginar que hubiese progenitores y aficionados al equipo rojillo que llevasen su pasión hasta el extremo de obtener este pequeabono en los recién nacidos.
Sin duda, la especial tradición del baloncesto en Zaragoza ha permitido el éxito de esta iniciativa, hasta el punto de que la presencia de niños en el pabellón Príncipe Felipe para ver al CAI Zaragoza, se ha incrementado de forma importante esta temporada.
Eloy, el más precoz
De entre los 450 jóvenes seguidores, destaca por razones obvias Eloy Extramiana. Su padre, Raúl, es seguidor del CAI Zaragoza y quiere transmitir su pasión por este deporte al nuevo fichaje de la familia. Me gustaría que Eloy continuara la afición que tengo por el baloncesto. Soy aficionado de toda la vida y comencé a jugar a los 8 años en Marianistas, tengo 35, y sigo haciéndolo, comenta el padre de Eloy.
Su deseo era inscribir a su hijo nada más nacer el pasado 20 de octubre, pero dudó. Vi anunciado en la web del club el pequeabono y aunque me apetecía, pensé que era pronto. Al final, me lo regaló un amigo a la semana de nacer Eloy, comenta.
Lo llevaré al pabellón esta temporada aunque no sé cuando. Quiero que venga con mi mujer y conmigo, los dos somos abonados, comenta el padre de Eloy, el seguido más joven del CAI Zaragoza. Un caísta desde la cuna.
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Pequeabonados, caístas desde la cuna
Eloy Extramiana se ha convertido, gracias a la campaña Pequeabonados, en el socio más joven del CAI Zaragoza: sólo tiene unas semanas de vida

