Redacción, 17 Jun. 2010.- Es difícil entrar en la Selección pero voy a seguir trabajando para intentar conseguirlo algún día porque nunca sabes dónde va a estar tu techo. Soñar es gratis. Las palabras, con el sello de San Emeterio, no fueron pronunciadas en plena euforia por el título de Liga, con él como héroe de una ciudad entera y todos los medios especializados situándole en la órbita de la Selección que representará a España en el Mundial.
Esas declaraciones datan de 2004, con un Fernando todo talento, 100% soñador, que no disimulaba sus ambiciones, siempre las más altas. Las mismas que le llevaron a ser considerado desde muy pronto como la gran perla de la cantera del Fórum Valladolid y que le convirtieron en líder de las categorías inferiores de España, donde lo mismo convertía un triple más adicional sobre la bocina para derrotar a Francia en cadetes en su propia casa o se descolgaba con 38 puntos y 15 rebotes en un mismo encuentro, como en las semifinales de Mannheim 2002.
En 2001, con 17 años, Aranzana le hizo debutar en la élite, con 38 segundos que supieron a gloria contra el Caja San Fernando. Un 6 de enero de 2002, Fernando obtuvo su regalo de Reyes y de la mayoría de edad en el Palau, con una actuación prometedora contra el Barça, al que anotó un par de triples y 8 puntos dejando grandes sensaciones. Definitivamente, ese jovencito que entrenaba desde la adolescencia con los mayores del Forum, estaba destinado a ser alguien en el mundo de la canasta.

Base en Valladolid, escolta-alero con España, Fernando no se molestó por tanto cambio y puso las bases de su juego actual, esas que le permiten ser príncipe de todo, sin ninguna especialidad en la que sea el rey por encima del resto pero con un cúmulo de cualidades infinito. El hombre-total, que decían en Pucela cuando su joven valor, elegido en el quinteto ideal de Mannheim, se quedaba de forma definitivo en el primer equipo.

Confirmación en Pucela
En la 2003-04, el jugador comienza a dar muestras de su clase de forma más regular y acaba el año a lo grande, especialmente en un partido muy igualado en Vistalegre contra Estudiantes en el que San Emeterio se convirtió en el líder de su equipo para derrotar al cuadro colegial, con unos minutos de locura que le permitieron alcanzar los 13 puntos en un solo cuarto. El camino ya estaba marcado. Su 2004-05 fue fantástica, confirmando las buenas sensaciones de los últimos años, metiendo su nombre entre los de las revelaciones de la Liga y sonando para conjuntos grandes. Fueron sus primeros sueños con títulos y con vestir la elástica nacional.
Elegido capitán del cuadro pucelano, donde aún hoy es adorado, no baja el pistón en la 2005-06, donde nadie duda ya que es uno de los referentes del Fórum de Valladolid. Sin embargo, en el verano de 2006, se deja seducir por la propuesta del Akasvayu Girona, un tren que no podía dejar pasar, en su opinión, enrolándose por tanto en las filas de un proyecto ambicioso destinado a luchar codo a codo contra los más poderosos.

Al igual que en Valladolid, en Girona San Emeterio deja muchos amigos y muy buenos recuerdos. Sus números se disparan, doblando casi la valoración de la temporada pasada, disputando por primera vez un Playoff y jugando una cantidad de minutos muy elevada para un jugador de, a pesar de su experiencia en esos momentos, sólo 23 años. A la siguiente temporada en tierras catalanas, más de lo mismo, con exhibiciones inolvidables como su 10/11 en triples, con el primer título de su carrera, la FIBA Cup, con otra presencia en la lucha por el título y con, ahora con mucho más eco, su nombre sonando constantemente para la Selección.
\'San Eme\' se ganó un hueco en uno de los grandes por derechos propios del baloncesto nacional, el Baskonia. El entonces denominado TAU Cerámica apostó firmemente por el de Santander, con un contrato por tres temporadas. Sin embargo, en esa especie de escalera hasta la élite que parecía ser la carrera de Fernando, en su estreno en Vitoria tuvo dificultades para ascender hasta el siguiente escalón.
Se alzó con la Copa del Rey, sí, no fue ningún lastre ni fue mala su campaña, con encuentros de cierto mérito, pero la temporada en global tuvo un sabor amargo, un aroma a decepción que no podía esperarse cuando unió su camino con el del conjunto vasco. Con la mitad de minutos que en Girona, también se quedó a medias en puntos, rebotes y valoración. Su poca presencia en el equipo parecía destinarle un puesto lejos de Vitoria pero, al fin y al cabo, el destino es ese tramposo titiritero del que nunca te puedes fiar. Del de Fernando, burlón profesional, aún menos.

Cuando parecía cantada su salida al Cajasol, cuando en Sevilla soñaban con recuperar la versión de ese jugador-total que enamoró en Valladolid y Girona, la repentina salida de Sergi Vidal al Real Madrid dio un vuelto a su futuro. De estar con dos pies fuera del club a quedarse para ser pieza clave en una campaña histórica.
Su historia se asemeja a aquellos guiones facilones de Hollywood, con previsible final feliz. Pero esta no es una película sino una feliz realidad en la que \'San Eme\' ha pasado, en sólo diez meses, del abismo al paraíso, convirtiéndose en el jugador de la Liga con más minutos en la cancha, multiplicando sus números de forma geométrica, enamorando durante toda la regular, marcando en Copa el tope de valoración de un nacional desde el último año de Pau Gasol y convirtiéndose en pieza clave en el Playoff y, por supuesto, en una Final ACB donde avisó en el Palau y confirmó en el Buesa Arena, ante los suyos, que el hueco para el héroe de la serie le pertenecía.
Restaban siete segundos para el final del partido cuando San Emeterio quiso ponerle una guinda a aquellos sueños de la adolescencia de Valladolid, a su crecimiento en Girona, a los anhelos de Selección de ayer y hoy, a su descomunal explosión en Vitoria. Cogió el rebote y quizás, lo mejor, es que lo leas de su propia boca. Ni la imaginación de Hollywood, ni la mejor literatura ni el más acertado de los adivinos sabrían definir qué pasó por su cabeza. Él, quién mejor que él, te lo cuenta en una entrevista publicada por El Correo.

El relato de una canasta que marca una carrera
Recojo el rebote. Voy adelante, todo el mundo me pide el balón. Lo hace Mirza para tirar un triple. Se me pasa por la cabeza también lanzar un triple, pero pienso en aquel que tiré contra el CSKA que no tocó ni aro en el cuarto partido del Playoff de la Euroliga y decido penetrar. Supero a Basile, que piensa que voy a lanzar el triple, veo a Morris, la lanzo a aro pasado para evitar el tapón y que sea lo que Dios quiera.
Yo suelo acabar las penetraciones más con la derecha. De hecho, creo que él esperaba el otro lado. Por eso, en el momento en que lanzo a aro pasado, me da en el brazo ya que rectifica tarde. Cuando entra el balón no oigo nada, salgo corriendo a celebrarlo pero enseguida me doy cuenta de que podíamos ganar con el tiro libre.
Me lo intento tomar como un tiro libre normal, pensar en las tandas que sueles meter en los entrenamientos. Trato de mentalizarme pero por dentro estoy nervioso, \'cagao\'. Nadie puede tirar tranquilo ese tiro libre.
Llámame prudente, pero lo primero que pienso tras anotarlo es en la final de la Liga Adriática en la que Kecman mete un triple desde su campo a cinco décimas del final. Me quedo mirando el tiro final de Basile hasta que veo que no entra. Cuando volaba el balón le decía, \'no entres\'. Después, llegó la explosión de alegría.
(Extracto de El Correo. Lee el resto de la entrevista aquí)