La temporada 2010-11 no será una más para los cuatro españoles que continúan en la NBA. Tras la vuelta de Sergio Rodríguez a la ACB, serán Pau Gasol, José Manuel Calderón, Rudy Fernández y Marc Gasol los cuatro representantes españoles en la mejor liga al otro lado del Atlántico. Nuestro poker de ases afrontarán cuatro retos muy diferentes de cara a una campaña que puede ser inolvidable para alguno de ellos.
Entrar en el Olimpo de la NBA
Pau Gasol: Lo que Pau Gasol puede conseguir sería histórico. Ni más ni menos, ser pieza clave del tercer three-peat de la historia de los Lakers (el primero, en los años cincuenta, fue conseguido en Minneapolis). El de Sant Boi de Llobregat es, sin discusión alguna, el mejor escudero de un Hall of Famer indiscutible como Kobe Bryant, y la pieza clave del front-court angelino.
Su reto es ayudar a los Lakers a resistir el acoso de franquicias pujantes como los ambiciosos Heat de LeBron, Wade y Bosh, o los insolentes Thunder de Kevin Durant. Gasol tiene un rol más que asumido como indiscutible referencia interior del equipo en el complejo sistema de ataque de Phil Jackson. Pero Gasol no sólo tiene que lidiar con el "triángulo" del ya histórico técnico, sino también con sus juegos mentales y su peculiar forma de motivar a los juegadores. Durante la pretemporada, el pívot español ha sido blanco de la particular ironía de Jackson, que ha llegado a decir que "aún estaba de vacaciones" durante el training camp o insinuar que, con su nombre (que significa "paz" en catalán) debería mediar entre árabes e israelíes.
Pero, durante la temporada, Gasol se ha dedicado a los que sabe hacer: jugar. Aprovechando que los minutos de Kobe Bryant fueron administrados al milímetro por sus problemas físicos, Gasol fue el máximo anotador de los Lakers, promediando 17.0 puntos y 7.8 rebotes en los 8 partidos disputados. Su rol de hombre clave en la cancha puede incluso prolongarse al principio de la temporada, mientras Kobe deja atrás sus molestias en la rodilla. Pero nada de eso importa en la cabeza de Pau Gasol, cuyo único objetivo es volver a besar el Larry O'Brien Championship Trophy que se entrega al campeón de la NBA, en el aún lejano mes de junio.
Reconstruir una franquicia

El base extremeño afronta su sexta temporada con sensaciones extrañas. Por un lado, los movimientos en la plantilla canadiense han provocado que sea el jugador que más cobre esta campaña (9 de millones de dólares). Por el otro, precisamente su sueldo ha sido el responsable de que su propia franquicia lo haya puesto en el mercado, con traspaso frustrado a los Bobcats incluido. De hecho, Calderón no tiene ni siquiera el puesto de titular asegurado y tendrá que luchar, como el año pasado, con Jarrett Jack para salir en el quinteto inicial. Las lesiones (en la mano, en el abductor y en el bíceps femoral) tampoco le han ayudado en los últimos dos años.
Así las cosas, Calderón, con contrato hasta 2013, tendrá que remar contracorriente para que los Raptors no caigan en el pozo en el que todo el mundo los coloca y, de paso, recuperar su puesto de titular, y su prestigio. Hace dos años, el base español era firme candidato al All-Star. Ahora, sus problemas físicos, su suplencia en Toronto y el cartel de "en venta" han devaluado notablemente su caché. Volver a ser uno de los mejores bases del Este, arrastrando a su equipo a la zona noble, es el gran reto de "Calde" para la temporada 2010-11.
Ganarse un lucrativo contrato y conocer los play-off

El pívot español será agente libre restringido el próximo verano. Los Grizzlies podrán igualar cualquier oferta, pero Marc Gasol podrá conocer su valor en el mercado, que sin duda será mucho mayor que los poco más de 3 millones y medio de dólares que cobrará este año. Por ello, la temporada que ahora empieza va a ser especial para el mediano de la familia Gasol. Pero no es el económico el único aliciente.
Los Grizzlies han completado una pretemporada perfecta. Ocho victorias en ocho partidos. Aún con un calendario relativamente sencillo (sólo tres de sus rivales jugaron en los play-off de la NBA la temporada pasada), los buenos resultados no hacen más que confirmar las buenas sensaciones del equipo de la pasada campaña, cuando no estuvieron lejos de ganarse un puesto entre los ocho primeros de la competitiva Conferencia Oeste. La llegada del polémico Zach Randolph dio un especial empuje a los Rudy Gay, O.J. Mayo y compañía, que deben dar otro paso adelante.
Así, los Grizzlies podrían colarse en play-off por primera vez desde que otro Gasol, Pau, era el líder de la franquicia. Para su hermano Marc, sería la primera presencia en post-temporada de su aún corta carrera NBA. Para un ganador nato como él, con la titularidad más que segura (no parece que Hasheem Thabeet vaya a crecer tanto deportivamente para disputarle el puesto), estar entre los mejores es un objetivo innegociable.
Ser feliz

Tampoco fue una sorpresa para nadie, ni en Portland, ni en España. Rudy Fernández no es feliz en la NBA, algo conocido desde finales de la pasada campaña, pero nunca había sido tan directo. El sistema de salarios y traspasos vigente en la NBA no permite que un jugador se vaya de una franquicia sin el consentimiento expreso de la misma, bajo pena de ganarse un veto en la competición para siempre. Tampoco existen "cláusulas de rescisión". Para colmo, el sueldo que Rudy cobra (poco más de 1.2 millones de dólares, una ganga en la NBA) justifica mantener a un jugador de su calidad, incluso desmotivado.
Así las cosas, y con los Blazers (al menos, de cara a la galeria) cerrado en banda a la posibilidad de desprenderse del escolta mallorquín, Rudy Fernández empezará la temporada en Portland. Pero si fuera de la cancha no está contento, dentro está acercándose a su mejor versión. En pre-temporada, Rudy promedió 11.7 puntos por partido (tercer mejor anotador), 2.4 asistencias (también el tercero del equipo), y un apabullante 21 de 40 en triples. Su profesionalidad, una vez más, quedó fuera de toda duda.
Asumido su rol de suplente, con un All-Star por delante en la rotación como Brandon Roy, Rudy lleva dos años intentando convencer a su entrenador, Nate McMillan, que no es sólo un tirador. Para ello tiene que demostrar todo el arsenal de recursos ofensivos de los que hizo gala en la ACB y en la selección española. Aún así, tanto él como Sergio Rodríguez dan fe que McMillan no es alguien al que convencer fácilmente de cambiar sus ideas.
Pero, sobretodo, el reto de Rudy Fernández es volver a ser feliz. En Portland, en otra franquicia de la NBA, o de vuelta a la liga ACB. Sería un desperdicio que la melancolía limite la progresión de uno de los jugadores más geniales que han salido de España.