Redacción, 10 Dic. 2013.- El programa de TV3 "El convidat" (El invitado) ha viajado hasta Memphis, Tennessee, para conocer cómo vive el pívot de los Grizzlies y de la selección española, Marc Gasol, en su aventura americana.
El mejor defensor de la NBA abre las puertas de su casa a Albert Om y se deja conocer. Marc habla de su vida privada, de cómo conoció a su mujer, de sus planes de futuro, de todos sus pasos hasta llegar a lo que es hoy en día, de Cataluña, de Pau...
El mediano de los Gasol vive con su mujer, Cristina, y reconoce que sin ella sería todo mucho más difícil o tal vez ni sería. El sentirse acompañado en este viaje profesional le da mucha fuerza: "Mucha suerte, ni te lo imaginas, esto solo... Quizá no estaría aquí", reconoce al periodista. Su estancia en Memphis la define como estar "en casa lejos de casa".
Lleva ocho años en la ciudad del rock, pero antes de esta etapa, ya acompañó, junto a su familia, a Pau Gasol en su experiencia en la NBA. Recuerda que cuando aterrizó por primera vez en Estados Unidos "era flojísimo en inglés, me preguntaban a qué clase iba y no sabía qué contestar, y decía que sí, que me llamaba Marc". Empezó a aprender a los tres meses de estar allí, y sus compañeros de equipo le "ayudaban mucho".
Vivía una experiencia nueva, era el hermano de una estrella del basket, pero no todo iba viento en popa. "Cogí mucho peso en el segundo año, no estaba bien conmigo mismo, y quería irme", dice el pívot recordando aquellos años: "Sentía que mi etapa se había acabado". Terminó sus estudios y cogió un avión. "Me fui a vivir con mis compañeros del Barça B", y empezó otra nueva etapa.
Marc hace balance de su carrera, sentado en su sofá de Memphis, pensativo: "No sé si ha sido fácil o no ha sido fácil, ha sido como ha sido, todo lo que ha pasado me hace ser lo que soy hoy y no cambiaría nada", reconoce.
En aquel momento jugaba para el Barça, aunque su familia no tenía los mismos colores. "Nuestro abuelo nos llevaba a Sarrià, mi padre es del Espanyol, pero yo soy culé, siempre he sido de ideas personales", dice riendo.
Tampoco cree que sea jugador de basket por la altura, y aunque le gusta el fútbol y en el colegio lo jugaba, admite que "hubiera tenido que encontrar otro trabajo", siempre acababa de portero, "si hiciera 1,60 o 1,70 jugaría al basket igual".
En el Barça tampoco tuvo muchas facilidades. La gente pensaba que estaba allí por ser el hermano de Pau, aunque como dice, "era bastante chulillo y no hacía caso, era consciente de que sabía jugar".
Además, cuando Pesic se fue del club, todo se nubló. Llegó Ivanovic para coger las riendas del equipo y aunque no lo parezca, el 'center' de los Grizzlies aprendió mucho de él: "el sacrificio y el valorar los minutos, y eso te abre la mente", dice. Y a pesar de que le hubiera gustado que "hubiera sido diferente" su paso por el club de la ciudad condal, Girona "fue como la primavera". Allí volvió a disfrutar jugando, "había una unión con la ciudad y con el equipo muy bonita".
Tanto le gustó su etapa en Girona, que en el segundo año, después de tener un gran papel, el Barça le volvió a llamar. "Les dije que no, que no era el momento. Girona apostó por mí y si tú confías en mí, lo doy todo", se autodefine.

Hoy en día juega en la misma liga que su hermano. Ha demostrado a todos los que le criticaban que estaban equivocados. Aún así, hay gente que sigue pensando eso de la sombra de Pau. "Eso es cosa de la prensa, yo cuando veo jugar a Pau, y después de un año como el que ha tenido, me pongo muy contento".
"Pau marcó una época. Lo que consiguió en el Barça fue muy bonito. Yo era su fan número uno. Hacía cosas que en aquella época no se habían visto nunca, correr el campo como lo hacía con 2,15, tirar, alley-oops, mates, él y Juan Carlos son jugadores únicos", dice.
En cuanto a su papel, cree que "ser el hermano de Pau lo que hace es que te pone la luz encima. Yo tuve la suerte de que disfruté mucho del basket antes de que Pau fuera conocido. Tenía una personalidad, una manera de jugar mía propia", con lo que su camino, gracias a su carácter, ha sido más ameno.
Hoy vive a 8.000 kilómetros de casa, pero cuando se levanta, pone la televisión catalana para saber qué es lo que está pasando. "Es un movimiento y la gente, desde mi punto de vista, tiene que tener el poder de decidir, de saber lo que hay", piensa.
Aunque tampoco ve tan claro que la palabra de un deportista sea tan importante, sea lo conocido que sea, ya que no deja estar en un ambiente muy diferente. "Al deportista se le utiliza alguna vez para hacer campaña, de una manera u otra, y eso no es justo, porque el deportista nunca ha sido enseñado, nunca ha tenido la educación como para ser utilizado. Al deportista le gusta jugar, no está preparado para llevar finanzas o política, está para hacer deporte".
Además, Marc se lleva a Albert a hacer un poco de turismo, haciendo una parada obligatoria en el Lorraine Motel, donde asesinaron a Martin Luther King, reconvertido en el Museo de los Derechos Civiles. "Él decía que tenía un mal presagio, salió a fumar un cigarro y lo mataron", recuerda el pívot.
Hoy, en Estados Unidos, aún se siguen notando esas diferencias, "si te paras a pensar no hace tanto, estamos hablando de hace 40 o 45 años". Y en el sur, donde vive Marc, quizá se nota aún más. "La suerte que tenemos nosotros como deportistas es que en vez de separar, juntamos a la gente. Tenemos un objetivo común, y lo ves en los partidos que la gente disfruta, sean de un color u otro".
También se plantea su vida cuando termine el baloncesto. "Mucha familia", comenta. Quizá sea así por el ejemplo que sus padres le han enseñado. "Mi madre ha vivido por nosotros, mi padre también, cogían el coche y te llevaban al Vall d'Hebrón a entrenar, a la Mar Bella, y no eran ni de ir a restaurantes, el dinero que ganaban era para nuestros partidos y para la escuela y nuestra educación".
Aunque eso sí, "es imposible reproducir lo que sientes en la pista, por eso hay que aprovecharlo ahora", dice de su actual etapa.
"Tengo proyectos, quiero montar una escuela de basket, en principio en Cataluña, pero tengo muy claro que no quiero ser entrenador, los viajes y vivir en el parqué se acabará cuando acabe de jugar", dice tajantemente.
"Volver al Barça es una opción, sí, pero si el Girona tiene equipo en ACB tiene la prioridad", dice el catalán entre risas.