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Los nietos de Gamba (y II)

En la primera entrega, Jordi Plà nos presentaba a la joven generación italiana, a futuras estrellas como Bargnani, Datome, Belinelli o Gallinari. En esta segunda y última parte, conocemos las ilusiones que generan estas promesas en Italia, donde ya se especula con las posibilidades de jugar el próximo Mundial o un inminente salto a la NBA. “Bargnani, Belinelli, Datome y Gigli deben ir al mundial y coger experiencia con la selección para poder disputar en el futuro los grandes títulos en juego”, asegura Pesic, que como sus compañeros Scariolo y Crespi piden “prudencia” respecto al posible salto a una liga estadounidense que parece esperarles con ansia

Bargnani, una estrella inminente que ya se disputa la NBA: Podría ser incluso el nº1 del draft (Foto Legabasket)
© Bargnani, una estrella inminente que ya se disputa la NBA: Podría ser incluso el nº1 del draft (Foto Legabasket)
  
  • Los nietos de Gamba (I)

    Con la cita nipona al otro lado de la calle, la pregunta es obligada y el consenso, unánime. Para Pesic “Bargnani, Belinelli, Datome y Gigli deben ir al mundial y coger experiencia con la selección para poder disputar en el futuro los grandes títulos en juego. Ahora no pueden ser importantes todavía, pero sus minutos de hoy les servirán para competir a gran nivel mañana”. Más concreto y todavía más explícito se muestra Scariolo al respecto, hablando de la inexperiencia y de las posibilidades de Italia en este inminente gran campeonato: “Al pensar en estos chavales para la selección hay que evaluar que tienen una experiencia internacional mínima y que han de aprender a actuar siendo ellos los primeros espadas, sin americanos ni extranjeros a su lado”. Pero esto no quita que “viendo las nulas posibilidades de Italia en este próximo mundial, llevaría a unos cuantos de estos chicos para que cojan una experiencia que les valdrá para los próximos cuatro, cinco o siete años”. Centrándose en los espuntas, Crespi se muestra si cabe más tajante todavía: “Los cuatro tienen un sitio muy importante reservado en la selección. Bargnani y Belinelli irán seguro a Japón. Bargnani tendrá Ligas de Verano de por medio, pero esperemos que esté con Italia. Cuando ves un jugador con nivel para estar en la selección la mejor inversión para tu baloncesto es llevarlo a los grandes campeonatos. Gallinari está lesionado y tiene para meses, pero si por mí fuera me lo llevaría también, al igual que Datome”.

    Más pronto o más temprano el relevo en la Azzurra será un hecho y las garantías para un hermoso futuro estarán bien identificadas. Otra cuestión es el trabajo en la formación de jóvenes jugadores que se está llevando a cabo en el país vecino, dónde parece que Bargnani, Belinelli, Datome y Gallinari son las pruebas de una educación baloncestista bien ejecutada. Pero sólo lo parece. “Me gustaría poder decir que ahora se trabaja mejor y muchísimo en la cantera de los clubes, pero lo cierto es que hace diez o doce años había más programas de jóvenes en los clubes de Italia”, explica con cierta amargura Crespi. “Hace poco en España se hablaba de la generación de Los júniors de oro. Ni antes ni después, era la del 80. ¿Era mejor el trabajo con jóvenes en los clubes? No, era el mismo. Cuando salen jugadores como estos es cosa del destino. Tenemos jugadores drafta gracias a sus padres, no a los programas del baloncesto italiano”.

    ¿Y por qué este contraste entre la pedagogía de base y los resultados? Scariolo lo tiene claro: “Hace ocho o diez años ocurrió un error trágico para el baloncesto italiano cuando se abandonó el trabajo de cantera porque se creyó que era mejor invertir los recursos en los jugadores extranjeros que el reglamento permitía fichar. Los jugadores que estamos hablando aquí proceden de grandísimos clubes (Siena, Treviso, Milán o Bolonia) que por cuestiones sociales y de prestigio nunca abandonaron su trabajo con chavales. La pena es que en ese tiempo sí lo hicieron los clubes medianos y pequeños, clubes que abandonaron su razón de ser porque no veían un negocio en su trabajo al creer que el dinero de los grandes se invertiría en jugador extranjero”.

    Todo lo cual lleva al técnico del Unicaja a sentenciar que “los cuatro grandes y otros de segundo gran nivel como pueden ser Gigli, Bruttini o Cavalliero darán para una selección importante, pero con ellos no se llenan las cuatro plazas de italianos que va ha exigir la Lega. Ellos son la luz que ilumina el bonito comedor de la casa, pero el resto de habitaciones sigue en la penumbra. Esa luz no puede cegarnos y llevarnos al error de pensar que el trabajo de formación es el idóneo para el baloncesto italiano”.

    Y claro, la NBA

    Hablamos de Generación drafta, expresión propia de la ilusión de un baloncesto que también anhela el sueño americano... ¿O significa realmente que estamos ante cuatro futuros jugadores NBA? Es prácticamente seguro que Bargnani irá esta próxima temporada. Se inscribió en el presente Draft y las previsiones lo sitúan como primera ronda con número alto –atención a los Raptors, dónde aterriza, para trabajar en el equipo de Bryan Colangelo el eterno director general del Benetton, Maurizio Gherardini-. Para Crespi el ala-pívot “ya está preparado” para cruzar el charco. Sin embargo, ni Scariolo ni Pesic corren tanto como parece que lo hace el presente y el entorno del propio jugador. Para el técnico italiano “Bargnani parece el más preparado, pero importa mucho al equipo a dónde vaya. Ha hecho grandes partidos en Euroliga, pero creo que no perdería un año si se quedara la próxima temporada en Europa compitiendo otros 25-30 minutos por partido”.

    Mientras que para el técnico serbio “otro año en Europa sería muy bueno para él. Ha progresado mucho esta última temporada, con grandes partidos en Euroliga y Lega”, pero tanto para Bargnani como para Belinelli, Datome o Gallinari Pesic aconseja “jugar unos años en Europa para mejorar, coger experiencia y aprender a ganar, ganar en sus equipos para luego, lo más importante, ganar también con su selección. En Yugoslavia conocemos a jóvenes con talento que han ido a la NBA y no han aprendido nada, mucho menos a ganar. Y ellos significan nuestra mala experiencia”.

    Una generalización que rehuye Scariolo, tomando para ello ejemplos recientes y por todos conocidos: “Hacer un razonamiento colectivo para hablar de posibilidades NBA es muy difícil. Cada chico es una historia, y el análisis ha de hacerse individualmente. Tenemos el caso de Jasikevicius que ha dominado Europa con su juego y que en un equipo medio, y a pesar de la lesión de su base titular, no ha tenido incidencia en el juego. Y por el contrario encontramos a Okur y Krstic, por citar a dos que se me ocurren ahora mismo, que sí son importantes en baloncesto NBA sin carreras brillantes en Europa”.

    Una liga, la NBA, que de un tiempo a esta parte parece ser la única meta tanto para las carreras de estos jugadores drafta italianos como de las ilusiones de muchos otros chavales menores, y un punto capital en las planificaciones de las plantillas de los equipos del baloncesto continental, que no pueden pensar demasiado en grandes proyectos con material autóctono. Según Pesic, un desastre en toda regla cuando todo lo bueno y lo malo del baloncesto europeo ha de pasar por el yunque del baloncesto americano: “Estos y otros chicos tienen talento o mucho talento. No hay discusión. Ahora bien, es bueno para ellos, todos muy jóvenes, que la primera pregunta que hacemos una vez que vemos sus cualidades sea ¿tiene talento para jugar en la NBA? Este planteamiento es una catástrofe para nuestro baloncesto. En Europa –concluye con ironía y malestar- el baloncesto que tenemos es como mínimo interesante, pero mi sensación es que hace un tiempo que sólo trabajamos para la NBA”.

    Fatalismo balcánico contrapuesto a la confianza transalpina en la lectura que de todo ello hace Crespi: “Los últimos éxitos y medallas de la selección no han mejorado el nivel social, económico ni institucional del baloncesto italiano. Y personalmente tengo la esperanza que ver a Bargnani vestido con una camiseta NBA hará más por nuestro deporte que todas esas medallas”.