El último trienio, uno de los más brillantes deportivamente, resultó sin embargo el preludio a la muerte, una agonía que se estaba fraguando en la lejanía de los despachos y que curiosamente no se podía ya disimular en la escandalosa muerte sucesiva de importantes franquicias.
La desesperación por hacer dinero pone en práctica la agudeza más brillante de ciertos propietarios, que llevan a cabo entonces auténticos números de circo que serán motivo en otro texto.
Los Nets de Erving serán sin duda el equipo a batir y tiene lugar en ese período el primer caso de transición profesional no universitaria de un jugador de bachillerato, un tal Moses Malone; como no es menos importante la presencia de Chamberlain también en aquel circo abandonado ya por otros, como Rick Barry.
La última temporada asistirá a un terrible holocausto de franquicias cuando paradójicamente el resplandor deportivo era de un brillo inexcusable, de mayor impulso vital que el de su liga rival, en la que terminará devorada como presa fácil. La ABA morirá con las botas puestas el verano de 1976, diez años después de que varios locos de las finanzas de escaso caudal dieran vida a un milagro al que sólo el tiempo y al más riguroso purismo han hecho justicia.
1973-74
Esta temporada se inicia con una operación de marketing decisiva que iba a marcar el último trienio de la liga: el fichaje de Julius Erving por los Nets de New York. El único motivo de este traspaso era impedir su fuga de esta liga cuando las franquicias de la NBA coqueteaban abiertamente ya con él. Merced al poder económico del empresario Arthur Brown, su propietario, la entidad de la Gran Manzana era de todas la más solvente 'el contrato ascendía al millón de dólares- y con su inclusión, la gran favorita al título.
A pesar del año de contrato que le restaba con los Lakers, motivo por el que no jugó, Wilt Chamberlain decide recalar igualmente en la ABA como técnico de San Diego. El asunto quedó en anécdota tras cerrar la división Oeste, pese a ganar después una ronda de Playoff. Y nos quedamos con las ganas de ver al Chamberlain jugador allí' aplastante seguro.
Como era de esperar, New York es el mejor equipo de la Regular seguido por Kentucky y Utah. Indiana pelea sin embargo su hueco en la final de conferencia hasta la extenuación con los recién llegados Spurs de Silas, Gervin y Nater (novato del año). Los Nets de Erving dejan claro que son los favoritos desde un principio perdiendo tan sólo un choque hasta las Finales, que disputan a Utah. Los Stars formaban con Beasley, Jimmy Jones, Boone, Wise y Beaty, pero únicamente se llevan el cuarto y New York entra finalmente en la pléyade de los campeones. Dr J es la estrella de un equipo que entrará años después en bloque en la NBA (Paultz, Gale, Roche, Taylor, Kenon, Sojourner...) y encuentra en el fantástico escolta John Williamson, fallecido años después, la puntilla anotadora necesaria para convertir a los Nets en invencibles.
Erving termina como máximo anotador del año, MVP de la temporada e igualmente de los Playoffs. La ABA tiene ya una estrella reconocible y a él le acompañan en la formación del año McGuinnis en su misma posición, Mack Calvin y Jimmy Jones por detrás y nuevamente Gilmore como mejor pívot. La desigualdad sigue siendo manifiesta entre franquicias consumadas y plantillas de fuga en el hecho de que Utah y Kentucky incluyen hasta seis jugadores de nuevo en las dos primeras formaciones del año, además de premiar por igual a ambos técnicos (Mullaney y McCarthy) como los mejores de la temporada e incluirles en los banquillos del All Star Game.
Virginia acoge la fiesta anual y el Este deshace el empate al vencer por 128 a 112. Gilmore termina con doble dígito (18/13) y es nombrado MVP. Las entradas para el Norfolk Scope se vende por igual a todo el público, que paga dos dólares por asistir al evento.
Por aquel entonces ya nadie sabe muy bien si la ABA va a continuar existiendo.
Marcas:
1974-75
Llegados a la octava temporada de vida, todo el escenario de la Liga es bien razonable en organización e interés, pero las deudas estructurales de los clubes siguen siendo sepultadas a la espera del milagro. El gran golpe de marketing lo protagoniza ese verano un tal Moses Malone, que con 19 años, salta del Bachillerato de Petersburg a una liga profesional, algo insólito. Continúan llegando además nuevas cosechas de talento y ese año recaen en la liga Jan Van Breda Kolff, Len Elmore, Bobby Jones, Billy Knight, Mo Lucas, Gus Gerard y una bestia peligrosa, Marvin Barnes, que terminaría aquel año como mejor novato jugando para St Louis.
New York falla ese año a un solo partido de primera ronda frente a Kentucky, que a la tercera final se deshace del maleficio derrotando a otro histórico de la liga, Indiana. Los Pacers habían apurado hasta la extenuación su final en el Oeste frente al equipo revelación ese año, el mejor de la Regular, Denver; su técnico, Larry Brown, lograba la segunda de sus tres nominaciones como mejor entrenador de la ABA. Los campeones Colonels habían alcanzado la plena madurez con una sensacional formación al eje interior de Issel y Gilmore con Dampier, Roche y Thomas.
McGuinnis arrebataría ese año el título de máximo anotador a Dr J, pero ambos compartirían el premio MVP. Gilmore lo sería de los Playoffs y a él le acompañan en el equipo ideal, además de la pareja, los explosivos exteriores Mack Calvin, de Denver, y Ron Boone, de Utah, quien ese año alcanzaría su techo anotador con más de 25 por noche.
Freddie Lewis, de St Louis, es la estrella de un All Star que se celebra en San Antonio bajo un cartelón minimalista que es digno de ver, a dibujo animado diseñado por Goscinni Morris, autor de Lucky Luke. El Este se deja ver un año más y apaliza por 151 a 124 al cuadro dirigido por Larry Brown.
Al término de la campaña, harto del desastre interno y sin ningún poder de resolución, George Mikan es relegado en su cargo antes de su dimisión por Dave DeBusschere, nuevo comisionado de la liga, otra marioneta al servicio de los nerviosos propietarios.
Marcas:
1975-76
Esta última circunstancia política llevaba consigo un secreto a voces: la deuda por todos conocida salvo en sus últimas cifras era ya insostenible. Memphis se traslada a Baltimore, que sólo aguanta vivo un único encuentro. El 12 de noviembre San Diego no puede más y el 2 de diciembre, un histórico como Utah no puede pagar ni un solo viaje más. La competición pasa en su agonía a ser la más escuálida de su historia y por primera vez no hay siquiera divisiones. Los siete supervivientes agotan una Regular que carece ya casi de sentido. Durante la temporada son varios los sustos de desaparición por fuga inesperada, pero Virginia y St Louis aguantan hasta ese supuesto botín final' que jamás existió.
Denver, bien organizado por Carl Scheer, apura la deuda con el traslado al McNichols, donde más de 13 mil almas abonarán un capital insuficiente, pero seguro. Incluso Scheer, su dirigente, Carl Scheer, el mejor ejecutivo de la historia de la liga, atrapa al mercado a los dos mejores college de la cosecha, David Thompson y Marvin Webster, números uno y tres del draft. Con la llegada de Issel de Kentucky, Denver es una franquicia campeona en toda regla. Pero la NBA ya se empezaba a frotar las manos y las cábalas por las listas de jugadores fueron constantes aquel último año.
Tras la tortura en que se convierte para muchos aquella temporada, los Playoffs dieron en tres escuálidas series bien peleadas por San Antonio y Kentucky, hasta llegar a las Finales, donde estaba cantado el choque final del torneo. Denver y New York protagonizarán paradójicamente la mejor serie final de la historia de la liga, como queriendo salvar deportivamente ese abismo al que era inevitable precipitarse. En seis partidos de juego se acarician los 1400 puntos en juego. Webster llegó a tiempo para recuperar su hepatitis y formó para Denver, el mejor de la Regular, con Simpson, Thompson, Jones y Issel (estos cuatro en las dos mejores formaciones del año). Pero Julius Erving alcanza su cielo y con más de 34 puntos de media y machacando constantemente el aro de los Nuggets, se erige como el MVP de las series 'ya lo había sido del año- y puede afirmarse que de la historia de la ABA.
El 27 de enero se celebraba en Denver la mejor fiesta de los All Star puede que nunca vista en aquel país. El flujo aéreo que habían despertado espíritus libres como Erving, Charlie Scott, Larry Kenon o George Gervin inclinó a los organizadores a reunirlos al descanso y dar rienda suelta a aquel gesto que tanto maravillaba al público; lo llamaron Slam Dunk, se rodó en pleno descanso y al no haber puntuaciones, los jugadores allí presentes delegaban por clamor el paso de rondas. Julius Erving en este apartado y David Thompson en el partido, brillaron especialmente aquella noche. Ni siquiera hubo formación del Oeste' porque no había Oeste. Los Nuggets se enfrentaron a un combinado de estrellas de la liga y ganaron aquellos por 144 a 138. Lo de menos, el resultado, pues casi 18 mil almas no cesaron de aplaudir aquella experiencia pura de tan sólo Baloncesto.
Marcas:
Terminada la fiesta, los propietarios no esperaron siquiera al verano para, a espaldas del circo, reunirse con los avispados ejecutivos de la NBA, que se repartieron pronto el pastel. Las duras condiciones del acuerdo fueron redactadas a mano caída la noche del 17 de junio de 1976.
Los buscadores de oro de aquella idea original tuvieron que rendirse a la evidencia y algunos desaparecieron, pues la deuda final, nunca conocida, superaba con creces los 50 millones de dólares. Incluso la NBA, con mercantil crueldad, obligó a los cuatro supervivientes, aquellos de mayor solvencia entonces, a pagar un canon de otros 3 millones de dólares para entrar en la gran liga. New York, Denver, Indiana y San Antonio decidieron continuar, pero como si la maldición de la ABA siguiera viva y protegiendo su muerte, se cernirían años oscuros entonces para la poderosa NBA, hasta el punto de acariciar años después la idea de muerte total.
(1967 - 1976)
R.I.P.
La ABA del siglo XXI es cosa bien distinta a aquella alternativa pobre de dinero pero rica de arte. Tocaremos éste en todas sus formas en posteriores entregas.
Gonzalo Vázquez
ACB.COM
La ABA (V): La rica liga pobre (I)