Redacción, Abr. 2014-. Nacido en Klaipeda, único puerto importante en Lituania, en 1980, Arvydas Macijauskas ha sido uno de los grandes jugadores de la pasada década. Un talento inmenso. Impredecible y letal, un jugador de otro tiempo que conquistó a toda Europa. De Klaipeda a Vilnius, su paso por Vitoria, y, de ahí, a la cuna del jazz, New Orleans, acabando en El Pireo. Y serán los ritmos del jazz los que nos acompañen en este viaje.
Este es el recuerdo de Arvydas Macijauskas: el último gran tirador.
So what, de Miles Davis. Sus primeros años: Neptunas Klaipeda
Su carrera comenzó en el club de su ciudad natal, el Neptunas Klaipeda. Hizo debut en la temporada 1996-1997, aunque jugando apenas tres partidos. Su comienzo fue lento, bien pautado, aunque demuestra desde sus inicios sus grandes dotes como tirador: en su segunda campaña, Mache consigue un promedio de casi 11 puntos por partido, además de un 46% en triples.
En el siguiente curso, Arvydas empieza a mostrar su mejor versión y, aunque comedido aún, comienza a despuntar, alcanzando en su segunda temporada completa en el Neptunas Klaipeda, con 15,4 puntos y un 50% en triples. Hecho que no pasa desapercibido por uno de los clubes que empiezan a despuntar en Lituania, el Lietuvos Rytas, campeón de la Copa Lituana en 1998.
El Lietuvos había comenzado una rápida escalada tras su cambio de nomenclatura, y quería situarse como uno de los principales equipos lituanos y europeos. De esta forma, se hizo con alguno de los mejores jugadores lituanos, como Siskauskas, Javtokas o el propio Macijauskas.
Cest si bon, de Eartha Kitt. De Klaipeda a Vilna
Macijauskas aterrizaba en Vilna, la capital de Lituania, para intentar superar al Zalgiris Kaunas en el dominio de la LKL. Y, al igual que Eartha Kitt repite en su versión de la canción de André Hornez y Henri Betti. "Es tan bueno..."
Y eso comenzó a decir toda Europa al ver al joven Mache destrozar redes desde 6,25. Su primer año en Vilna concluye con 11,4 puntos por partido y el título de la LKL bajo el brazo. En su segunda temporada, la 2000-01, se lució con 18,4 puntos por noche (¡con un 54% en triples!), abriendo la puerta de sus exhibiciones a Europa, con la participación del Lietuvos Rytas en Suproleague. En esa competición no tardó en demostrar su talento, como el día en el que le hizo 19 puntos al Panathinaikos o aquel en el que fulminó al Split de Vujcik con 24 puntos y 4/5 en triples.
Sin embargo, no pudo conseguir el título de liga en la temporada 2000-01, teniendo que esperar, para volver a sumar otro trofeo, a la siguiente campaña, en la que lo compensó. ¡Y de qué forma! El Lietuvos Rytas consiguió alzarse, de nuevo, con la LKL, con Macijauskas siendo nombrado MVP de la competición (15,7 puntos por partido), y MVP de la final de la NEBL (Nort European Basketball League, una competición que duró sólo cinco temporadas), venciendo al Ural Great en la final.

En la siguiente temporada, Macijauskas repetiría galardón individual como MVP de la liga lituana, con 18,7 puntos por encuentro y un 53% en triples, aunque esta vez sin lograr el campeonato. Sin embargo, fue el empujón definitivo en su camino imparable a la élite europea, con los grandes del continente llamando a la puerta. Finalmente, fue el Baskonia el que se hizo con los servicios de la joven estrella lituana.
Be-bop, de Dizzie Gillespie. El intrépido sueño vitoriano
Si alguna canción puede describir el ritmo frenético que vivió Macijauskas con el baloncesto durante los años 2003 y 2005, debe ser la pieza de John Birks Gillespie, figura básica del bebop. Y es que el ritmo de Mache durante estos años encaja a la perfección con los ritmos frenéticos de este estilo de música jazz.

Durante el verano 2003, en el Eurobasket de Suecia, Macijauskas consigue la medalla de oro frente a la selección española, con 21 puntos en la final, además de ser el máximo anotador de su selección durante el torneo. Y no fue más que la carta de presentación para su llegada a la Liga ACB.
Su debut podría equipararse al guión de una película. Debuta en Gran Canaria, y anota 36 puntos, con 7 rebotes, para un total de 44 de valoración. Tan solo habría que esperar a la Jornada 5 para que el lituano superase ese tope de valoración, al lograr frente al Breogán 39 puntos, con 11/12 en tiros de 2, 4/6 en triples y 5/5 en tiros libres, firmando 45 de valoración.
Tras ese encuentro, la locura: 27 puntos al Estu, 31 al Manresa, 24 ante Fuenlabrada, o alcanzar los 38 ante el Barça. Exhibición tras exhibición. Su mejor partido con la camiseta del TAU, ante el Asvel Villerbaune en Euroliga, donde el 17 de diciembre de 2003 alcanzó los 40 puntos, con 6/6 en triples e impecable desde la personal (14/14), para firmar ¡50 de valoración!
Unos meses después, el TAU consiguió la Copa del Rey de Sevilla ante el Joventut, acabando con 13 puntos por partido, aunque en este torneo el MVP termina parando en un joven que sorprendió a todos: Rudy Fernández.
No obstante, el gran momento de Macijauskas estaba aún por venir.

What a Wonderful World, de Louis Armstrong. El maravilloso triple
Macijauskas no tuvo actuaciones tan memorables en la temporada 2004-2005. Incluso se quedó sin título, viviendo en su propia carne una de las mayores remontadas que se han visto en la historia del baloncesto, culminada con un triple de Alberto Herreros que él mismo punteó.
La carrera de Macijauskas se paró en un punto exacto, congeló su recuerdo para la memoria de todos los amantes del baloncesto con un triple.
6 de mayo de 2005. Escenario, Moscú. Rival, CSKA. El CSKA de las 17 jornadas consecutivas sin perder. El mismo que sólo había perdido un encuentro en toda la Euroliga, aplastando a sus rivales. El que presentaba en su plantilla a Theodoros Papaloukas, JR Holden, David Andersen, Marcus Brown o Antonio Granger, con Ivkovic en el banquillo.
La fiesta parecía estar preparada para que el equipo moscovita se alzase con el título continental en ese fin de semana. Sin embargo, Macijauskas quiso cambiar el guión. Y lo consiguió. Vaya si lo consiguió.
Arvydas anotó 23 puntos, con 5/7 en tiros de dos, 7/7 en tiros libres y 2/7 en triples. Y fue uno de esos dos triples el que marcó su carrera. A falta de 2 minutos y 35 segundos para finalizar el encuentro, con el TAU seis arriba en el marcador (64-70), y con sólo un segundo en el reloj de posesión, Macijauskas recibió en línea de fondo, armó el brazo, y anotó para dejar a su equipo con nueve de ventaja.
Y nos dijimos a nosotros mismos: What a wonderful world!
Blue Horizon, de Sidney Becket. New Orleans, cuna del jazz.
Después de dos temporadas exitosas a nivel individual, Macijauskas recibió la llamada de la NBA. El destino, New Orleans, cuna del jazz, ciudad donde nació Sidney Becket, uno de las mayores figuras de este estilo de música. Sin embargo, la aparición del huracán Katrina a finales de agosto cambió el destino del jugador, pues la franquicia tuvo que abandonar una New Orleans devastada por el huracán.
Macijauskas llegaba a una franquicia en pleno cambio, marcada por la catástrofe que había destrozado la ciudad del equipo. Se trasladaron a Oklahoma, y allí inició su corto periodo NBA.
Los Hornets eran un equipo en plena reconstrucción, que quería sentar las bases sobre Chris Paul, seleccionado en el draft de ese año en el pick 4. Macijauskas aterrizaba en los Estados Unidos con la esperanza de jugar minutos en un equipo sin aspiraciones de Playoff, y que podría dar oportunidades a jugadores que quisiesen establecerse en la NBA.
Mucho más lejos de aquella realidad, el escolta lituano no encontró nunca su sitio en la NBA, donde apenas jugó 19 partidos y acabó con 2,3 puntos por partido, muy lejos, además, de sus porcentajes habituales.
Menos de un año después, el 12 de julio de 2006, Macijauskas era cortado por los Hornets. No pudo pisar New Orleans, y únicamente pudo observar su azul horizonte.
Bye bye, Blackbird, de Miles Davis. Olympiakos, y el adiós.
Macijauskas mantenía su buen cartel en Europa, lo que le hizo firmar por Olympiacos, que buscaba un proyecto fuerte, con jugadores contrastados, para alzarse con la Euroliga. Mache firmó un acuerdo por 4 años y 9 millones de euros.
Sin embargo, el destino le jugó otra mala pasada al lituano. En plena pretemporada, Macijauskas se lesionó, rompiéndose el tendón de Aquiles. Durante la temporada 2006-2007 sólo pudo disputar 19 partidos, evidenciando un mal estado físico a causa de su lesión. Ya en la temporada 2007-2008, Arvydas mejoró su nivel, pero sus problemas físicos siguieron haciendo mella, disputando solamente 22 encuentros.
En este mismo verano, Macijauskas entrenó por su cuenta con la selección lituana, y Olympiakos reclamó la rescisión de su contrato sin pagar su totalidad, al recaer de su lesión en el tendón de Aquiles. El conflicto se solucionó por vía legal, pues el lituano reclamaba la totalidad de su contrato, y aunque pareció que todo iba a solucionarse a su favor, Olympiakos terminó venciendo un contencioso que duró dos años, y que les permitió ahorrarse cuatro millones de euros.
Significaba, de esa forma agridulce, el final de la carrera como jugador de Macijauskas, que confirmaba su retirada en junio de 2010. Se despedía sin dejarnos recuerdos de su gran talento, y cayendo, prácticamente, en el olvido.
Macijauskas decía adiós de la misma forma que una pieza de jazz: con el silencio. El adiós del último gran tirador.

Bis. September Song, de Chet Baker
No se vestirá de corto. No lo volveremos a ver iniciar un curso baloncestístico. Pero septiembre llega para todos, y la vuelta a las competiciones no podía dejarnos sin Macijauskas, a pesar de su adiós a las canchas.
Tras su retirada, comenzó su andadura en los banquillos como entrenador asistente del Perlas Vilnius, aunque solo duró un mes en el cargo, dejándolo por motivos personales.
Pasado el primer contacto, si bien breve, con los banquillos, Arvydas Macijauskas trabaja actualmente como asistente del Brazylija-EGO Forte, de la SKL (segunda división lituana), donde intentará pasar de ser el protagonista de la canción, a ser el director de su propia orquesta.