Las estaciones de Manel Comas (II)
Mollet (1979-80)
«Yo estaba en el Coto, de ayudante de Aíto, cuando vino a buscarme este club, de plantilla joven y presupuesto modesto. Recuerdo que me reuní con el presidente Ribot a medio camino, en el restaurante El Cou. Una buena de ese año ocurrió en Mendizorroza, el día antes de jugar contra el Baskonia. Como es norma habitual en mis equipos, al terminar los entrenamientos cada jugador tiene que meter diez tiros libres seguidos antes de irse al vestuario. Y ese día a Phillips empieza a dársele mal la cosa, hasta el punto de que todos acabaron y se ducharon mientras él todavía continuaba intentándolo. Te puedes imaginar las coñas. ¿Oye, Manel, que nos van a dar las uvas aquí. 'Por qué no nos vamos?', me preguntó el delegado. 'Pues porque mañana nos vamos a jugar el partido en tiros libres'. Al final, Mike terminó y, en efecto, al día siguiente 'con el reloj a cero y dos abajo' dispuso de dos lanzamientos capitales. Empatamos. Que entonces valía el empate, por si alguno no lo sabía».
Joventut (1980-82 y 2000-03)
«Aquí lo más curioso es que llegué en época de elecciones... ¡y estando en las dos candidaturas! Tanto el doctor Barberá como el ex alcalde Marc se habían reunido conmigo antes de los comicios para ficharme en caso de victoria. Fíjate qué equipo podíamos haber tenido: la primera temporada subimos a Jordi Villacampa y en la segunda fichamos a José Antonio Montero y también firmamos a Fernando Martín. El acuerdo fue con su padre, Ricardo, a quien se le adelantó un dinero a cuenta del futuro contrato. Nuestra idea era dejarlo cedido ese año en el Estudiantes. Lo malo es que hizo un Torneo de Navidad bárbaro contra el Madrid y Raimundo Saporta entró en acción. ¿Si no nos sirve, tranquilo, que lo recuperáis vosotros', 'ya sabes que los jóvenes son como los melones: hay que catarlos para saber si salen buenos'... Con argumentos tan peregrinos terminó convenciendo a nuestro nuevo presidente (finalmente, ganó Santiago Marc), que me aseguró que no íbamos a ficharlo 'porque no quiero discutir con un amigo como Raimundo'. Piensa un momento el equipo que hubiésemos formado con Montero, Villacampa, Margall, Jiménez y Martín. Campeones de Liga cinco años seguidos, por lo menos. Pero no me hicieron caso. Aún me acuerdo de Eduardo Portela, entonces director técnico del Barça, echándose las manos a la cabeza: ''Pero cómo habéis dejado escapar a este chico? Si fuimos a su casa, en Conde Orgaz, a contratarlo y su padre nos dijo que no, que ya se había comprometido con vosotros. ¡Madre mía!'. Al menos, ganamos el primer título europeo en la historia de la Penya, la Korac del 81. Pero...».
Licor 43 (1983-85)
«Aquella fue una etapa maravillosa gracias, sobre todo, a la increíble respuesta de Santa Coloma. Hace poco pasé por allí y todavía anda colgada la foto del equipo en el bar que hay enfrente del pabellón. Yo lo comparo con la Fuenlabrada actual: gente entregada, acostumbrada a sufrir en su trabajo diario y a la que tú puedes dar algunas satisfacciones con el basket. Nuestro quinteto era Costa-Freixanet-Dikema-Phillips-Pou y el día que vino el Barça teníamos a éste último con 39.5 de fiebre. Miguel es un ¿crack'. Al principio de temporada le había dicho que sólo tenía que hacer tres cosas: defender a muerte al pívot americano de turno, correr el campo en contraataque y no jugarse ningún balón que no fuera a meter. El tío participó en el primer concurso de mates de la historia de la ACB, en Don Benito, junto a expertos en la materia como Willy Jones, Wayne Robinson, Anicet Lavodrama, Carlos Montes, David Russell y George Singleton. 'Y adivinas lo que les propuso a todos en el vestuario, antes de salir? ¡¡¡Que repartieran el premio ganase quien ganase!!! Menudo sinvergüenza el tipo. Bueno, pues esa mañana que estaba enfermo fui a verle a su casa y, al salir, veo en un corcho pegado en la puerta un cartel enorme que decía lo siguiente: ''Qué debo hacer? 1. Defender como un campeón. 2. Correr como un campeón. 3. Tirar sólo debajo del aro'. Por cierto, que Carlos Pérez, su sustituto, se salió con 18 puntos y 9 rebotes, siendo la figura indiscutible de un partido en el que ganamos al Barça por 36, lo que supuso el despido de Antoni Serra allí mismo, antes de subir al autobús siquiera».
CAI Zaragoza (1985-87 y 90-92)
«Mi primer club puramente profesional. De hecho, yo diría que la estructura del CAI del 85 no la tienen muchos clubes en la actualidad. Era otro mundo, con la afición volcada siempre, lo que motivo su incursión entre los cuatro primeros, la salida a Europa o la construcción del pabellón Príncipe Felipe. Además, en Zaragoza conocí a mi actual mujer. Llegamos a una final de la Recopa, en la primavera del 91, en Ginebra y contra el PAOK. ¿Os acordáis ya, no? Cuando le pitaron la quinta a Fassoulas, allí empezó a caer de todo, por lo que se paró el partido. Íbamos +5 y quedaban menos de 6 minutos. Entonces el árbitro italiano (Cazzaro) llama a la organización y asegura que hasta que no se desaloje la cancha no seguíamos, como era lógico. Pero en ese instante aparece Boris Stankovic -secretario general de la FIBA- y llama a nuestro presidente, José Luis Rubio: 'Oye, si quieres seguir jugando en Europa el año que viene, que tu equipo salga al campo ahora mismo'. También convenció a los árbitros. De todas formas, lo que más me sorprendió de todo esto fue ver a nuestros aficionados dándonos las gracias por haber perdido. 'Si llegamos a ganar, no salimos vivos de aquí', aseguraban entre abrazo y abrazo».
Granollers (1987-90)
«La entrada de Unipublic al baloncesto concentró a mucha gente interesante, ya que era un proyecto con sólidas patas que sólo se vino abajo porque traicionaron a Enrique Franco. Allí fue donde unos jugadores me afeitaron el bigote por primera (y última) vez. Resulta que nos enfrentamos al Estudiantes en los octavos de final de la Copa del Rey, es decir, en la eliminatoria a doble vuelta para estar la fase final de Las Palmas¿90. Y claro, como en la ida les ganamos por siete en casa, no se me ocurrió decir otra cosa que 'si pasamos, me quito el bigote'. Había que ver a Creus y a Mendiburu, maquinilla en ristre, en el vestuario de Magariños, con 'El butanito' y su micro como testigos. 'Chichi, chichi. 'Es que no vais a perdonar al 'coach'?', preguntaba García. '¡Pero qué dices, José María! Con la cantidad de cabronadas que nos ha hecho'. Lo del viaje también tiene su miga: nos dieron billetes cerrados y nominativos, es decir, que en el mío ponía Manel Comas, para volver al día siguiente de jugar los cuartos de final contra el Barça. No obstante, ganamos 85-83 y lo primero que dije en la rueda de prensa fue que 'ahora Aíto está viajando con un billete a mi nombre'».
Mateovic
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