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Forjadores de la acb (XI): Novoa, primer presidente

En la primera asamblea de la ACEB, fue elegido presidente Antoni Novoa tras una votación secreta. Recuerda aquel momento en un nuevo capítulo de "Forjadores de la acb", obra escrita por los periodistas Juan Antonio Casanova y Manuel Moreno

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Tres meses después, el 6 de junio de 1982, se celebró en el Cuartel de Montaña de Madrid la primera asamblea de la ACEB después de su constitución. Estaban presentes OAR Ferrol, Valladolid, Real Madrid, Zaragoza, Manresa, Inmobanco, Estudiantes, Joventut, Cotonificio y Granollers. Excusaron su asistencia Obradoiro, Caja de Ronda y Baskonia. Solo faltaba el Barcelona.

Una vez finalizada la actuación de la comisión gestora nombrada el 3 de marzo, formada por Novoa, Fernández y Bertomeu, que había logrado el compromiso de TVE para retransmitir partidos las dos siguientes temporadas, había que elegir presidente y junta directiva. Pero antes de eso se votó –es una anécdota curiosa- si la prensa podía asistir a la asamblea. Se decidió que no.

Jaume Huguet y Santiago Toca, representantes del Cotonificio y el Valladolid respectivamente, manifestaron que el presidente debía ser Novoa, pero este adujo para no presentarse el desgaste (físico, psíquico e incluso económico) que habían supuesto muchos meses de dedicación. Nadie quiso hacerlo y en vista de ello se decidió que habría una votación secreta y el que tuviera más votos estaría obligado a aceptar el cargo. Novoa obtuvo diez; Fernández, uno, y Rubio, uno, con una papeleta en blanco. Antoni Novoa se convertía por tanto en el primer presidente de la ACEB. “Novoa siempre creyó en la Asociación y tiró de ella hacia delante –afirma Bufalá-. Lo mejor fue lo bien que se llevaba la gente, ¡con lo mal que nos llevábamos en el campo!, y eso cambió la radicalidad de los clubs. Ganó la tolerancia. Es el único momento en que el directivo ha estado bien considerado. Francamente, yo nunca advertí la posibilidad de que esa unión se pudiera romper, porque había muchos factores de homogeneización. Si no existiera la ACB sería como si no existiera la Seguridad Social”.

Como vocales fueron elegidos a continuación los ya citados Huguet y Toca, más López Serrano (Real Madrid) y Casas (Manresa). Y se acordó por unanimidad nombrar asesor jurídico a Bertomeu.

En aquella época el Joventut era claramente el tercer equipo grande. El primero de un club no futbolístico. Es lógico, por tanto, que tuviera un peso muy grande en una asociación que pretendía cambiar el orden establecido. Un peso que recayó en gran medida en Francesc Cairó, que llegó a la ACEB en junio de 1982, tres meses después del nacimiento oficial de ésta, como vicepresidente de la nueva junta badalonesa que encabezaba Lluís Conesa. Lo fue hasta 1994.

“Yo ya era de la ACB desde antes, desde fuera”, explica ahora Cairó, al que en los primeros tiempos acompañaba Joan Deulofeu, que después se convertiría en secretario general de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP). “Pensaba que era lo correcto, lo que había que hacer, porque no tenía ningún sentido que en una asamblea de la Federación Catalana, por poner un ejemplo, votaran 300 personas para ver a qué hora jugaba el juvenil de la Penya. O en la de la Española decidieran de qué color tenían que ser las botas. Necesitábamos un organismo propio para tomar decisiones sobre los temas que nos atañían”.