Hay un dato espeluznante que justifica cualquier revival: desde 1932 se juega al baloncesto en Granollers. Su equipo fue un clásico de la etapa anterior a la ACB, en la que también estuvo durante una década plantando cara seriamente a los grandes y acogiendo a un gran número de jugadores y entrenadores gloriosos. Esos uniformes amarillos son difíciles de olvidar.
La ciudad
Granollers es la capital del Vallés Oriental, en Barcelona. En el 2009 tenía 60.658 habitantes. En el siglo XVIII empezó a transformarse de localidad agrícola a industrial y ya en los años 60 del pasado siglo creció considerablemente gracias a la inmigración. La iglesia de Sant Esteve es uno de sus lugares de mayor interés.
El club
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La historia
El primer partido de la sección femenina del Granollers Sport Club data del 6 de marzo de 1932 ante la UE Sants. El debut de la sección masculina fue el 5 de junio frente a Mataró. Ambos acabaron con derrota. Después fue Club Deportivo Granollers, Frente de Juventudes Granollers, Club Bàsquet Granollers, Escoles Pies Granollers, Granollers Esportiu Básquet y actualmente es el Club Básquet Granollers.
Tras ascender a la Liga Nacional en 1977, se instaló pronto en una cómoda zona media-alta, destacando un tercer puesto tras los dos grandes en la última liga antes de fundarse la ACB, la 82-83. Un jovencísimo Chichi Creus con dos años de paréntesis en el Barcelonaera ya el líder de un equipo en el que no faltaban ni el talento nacional (Javier Mendiburu, Juan Ramón Fernández, Pep Pujolrás) ni el extranjero (Essie Hollis, Slab Jones).
Con la creación de la Liga ACB, en la que fue decisivo su presidente, Antoni Novoa, el Cacaolat se convirtió en alternativa de poder en un segundo escalón en el que estaban Joventut, Licor 43, CAI Zaragoza o Estudiantes. Desde la 83-84 a la 89-90 se clasificó siempre entre el puesto 5º (en la 84-85) y el 8º. Año tras año ganaba más que perdía en la liga regular y batallaba con Madrid o Barcelona por un puesto en las semifinales, pero nunca consiguió dar el siguiente paso pese a contar con grandes jugadores.
El entonces Cacaolat lo intentó todo para subir el escalón que le faltaba. Hasta llegó a arrebatarle al Real Madrid a su norteamericano Wayne Robinson, uno de los ídolos del baloncesto español por entonces. Parecía que su conexión con Creus iba a ser importante, pero el equipo no pasó del séptimo puesto en las dos temporadas en las que vistió de amarillo.
Un verano cumbre fue el de 1989. El club se fusionó con el Real Club Deportivo Espanyol lleno de jóvenes de talento-- y bajo la tutela de Grupo IFA y Unipublic impulsó un ambicioso proyecto que tampoco logró las ansiadas semifinales ligueras. En realidad, fue el inicio de una decadencia que se confirmó con la falta de un patrocinador en plena transformación en SAD. En 1993, tras un decimocuarto puesto en la clasificación, su plaza vacante fue ocupada por el Murcia. Hacía un par de años que había cambiado el amarillo por el blanquiazul.

En otras competiciones el club tuvo dos momentos estelares. El primero fue llegar a la final de la Copa Príncipe de Asturias, cuando era tutelada por la ACB, en 1986, perdiendo en el partido por el título disputado en Alcora ante el Estudiantes (89-82). Y en la Copa del Rey de 1990, que tuvo lugar en Las Palmas, eliminó al Barcelona en cuartos de final (85-83), pero luego cayó ante el Joventut en semifinales (93-81). También tuvo la oportunidad de jugar en dos ocasiones la Copa Korac.
Al igual que pasó en otros lugares como Huesca o Cáceres, la reivindicación de un nuevo pabellón más cómodo y espacioso que permitiese abandonar el recinto de Les Franqueses y ampliar miras llegó demasiado tarde. La construcción del Palau DSports, con 5.600 espectadores de aforo y que acogería la mayor parte de la competición de balonmano de los Juegos de Barcelona, no finalizó hasta 1991.
Tres partidos
Caja de Álava 84, Cacaolat Granollers 96. 29/3/1986. Una trabajada segunda victoria en la primera ronda de los playoffs que dio el pasaporte para los cuartos, en los que ya no podría con el Real Madrid. Brillantes Charles Bradley (27 puntos), Mendiburu (21) y Creus y Victor Anger (18 cada uno). Tres jugadores disputaron 40 minutos, otro 35, otro 30 y el sexto hombre, 15. Las rotaciones no se habían inventado por entonces
Barcelona 93, Grupo IFA Granollers 101. 7/11/1989. Eran los primeros meses del proyecto Unipublic y en el Palau hubo un mensaje inequívoco: la cosa iba en serio. Los pívots visitantes dominaron a su antojo los tableros (Claude Riley logró 32 puntos y Mike Davis, que volvía a un sitio que conocía bien, capturó 19 rebotes) en un partido que marchaba 54-45 al descanso. Primera y última victoria granollerí en Barcelona.
BFI Granollers 73, Barcelona 74. 4/4/1993. ¿Un partido más? No. Aquí acabó la historia del equipo vallesano en la ACB: en el segundo encuentro de la primera ronda de los playoffs (que entonces disputaban los 16 primeros de una liga de 22) luchando hasta el final, pese a un primer tiempo desastroso (29-47). El enorme partido de Creus (22 puntos y 6 asistencias) era un adiós perfecto, pero lleno de tristeza.
Diez jugadores
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1. Joan Creus (base, 1977-80; 82-93). Antes de maravillar en Manresa, adonde ya llegó veterano, Chichi hizo lo mismo en Granollers, aunque sin títulos. Santo y seña, vamos. Liderazgo, sabiduría y precisión a partes iguales. El director de juego con el que todo entrenador sueña. |
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2. Javier Mendiburu (pívot, 1980-90). Un chicarrón vasco que medía dos metros justitos y se pegaba ahí abajo con todos los americanos que hiciese falta. Tampoco tenía mala muñeca y en sus últimos años de hecho evolucionó a jugar minutos como tres. Otro jugador muy vinculado con la casa. |
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3. Juan Ramón Fernández (alero, 1982-88). Fina muñeca, de los que no podías dejar solo en una esquina porque te la clavaba. Construyó una sólida carrera en el periodo de transición entre la vieja liga y la ACB, en cuya temporada inaugural alcanzó 15,1 puntos por partido. |
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4. Tom Sheheey (ala-pívot, 1987-89, 90-91). No era un hombre espectacular, pero sí muy efectivo y que dejó huella a base de sumar y sumar estadística sin hacer mucho ruido. El típico 4 al que no le importa salirse fuera para tirar y que también va fuerte al rebote. Sumamente competitivo. |
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5. Wayne Robinson (pívot, 1986-88). Fue un jugador que revolucionó el baloncesto español con sus muelles y su conocimiento del juego. Clave en un Real Madrid que encadenó varios títulos, su etapa en Cataluña fue más fructífera en números que en éxitos colectivos. Ahora es pastor evangélico. |
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6. Mike Phillips (pívot, 1988-89). Otro histórico que ofreció sus últimas canastas en Granollers. Detrás de ese bigote y ese corpachón se escondía un jugador listísimo que siempre pensaba primero en el equipo y luego en él. Eso no le impidió promediar 19 puntos y 10 rebotes a los 33 años. |
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7. Manel Bosch (alero, 1989-91). Llegó tras la fusión con el Espanyol y se convirtió en una de las caras más reconocibles del club. Podía hacer un poco de todo: sin ser un tirador letal, anotaba con continuidad. Y pese a no tener un gran físico, el nivel de su defensa era muy alto. |
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8. Santi Abad (ala-pívot, 1989-91). En toda su carrera no volvería a jugar tantos minutos como los 27 que promedió en Granollers. Era una fuerza de la naturaleza por entonces, alternando con eficacia las posiciones de alero y pívot, aunque siempre a expensas de que su carácter no le jugara una mala pasada. |
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9. Kenny Walker (ala-pívot, 1991-92). Su fichaje fue todo un revulsivo en una temporada que estaba siendo bastante floja. Apenas dos años antes había ganado el concurso de mates de la NBA y repetiría en el de la ACB. Un saltarín que tampoco tenía mala mano a media distancia. |
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10. Thomas Jordan (pívot, 1992-93). Probablemente, el último gran jugador que pasó por Granollers. Potentísimo bajo los tableros y con gran capacidad para ofrecer espectáculo, formó un buen trío foráneo con Greg Stewart y David Scott en el año de la despedida. |
También pudieron entrar: Slab Jones, Pep Pujolrás, Matt White, Charles Bradley, Victor Anger, Craig Dykema, Miguel Angel Pou, Angel Heredero, Ferrán Heras, Julián Ortiz, Joe Ward, Claude Riley, Mike Davis, Jordi Millera, Rafa Talaverón, John Ebeling
Tres entrenadores
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1. Chus Codina (1981-87). Puso a Granollers en el mapa baloncestístico con su conocimiento de los mecanismos del juego fue un histórico jugador que disputó dos Juegos Olímpicosy una personalidad interesante y que se hacía querer. Falleció en 1999. |
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2. Manel Comas (1987-90). Pilotó la complicada fusión con el Espanyol configurando equipos potentes, pero sin llegar a cumplir el objetivo de posicionarse entre los cuatro mejores. Al menos sí se vio buen baloncesto, con mucha anotación. |
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3. Josep Maria Oleart (1990-93). Le tocó la época de las vacas flacas del club, pero aún así manejó bien el equipo y lanzó su carrera. Un tipo tranquilo y un entrenador que sabía manejar bien lo que tenía entre manos, aunque no dispondría más que otra oportunidad en ACB, en Murcia. |
Y ahora
El Granollers ha permanecido en los últimos años en la Liga EBA y ahora acoge a jugadores con tanto palmarés como Roger Esteller. No ha vuelto a acercarse a la élite y ni siquiera ha militado en las LEBs todos estos años, centrado más bien en el trabajo de cantera, manteniendo numerosos equipos en diversas categorías.