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Marcus Brown: El adiós de un grande

El genio de las botas negras, el rey midas del baloncesto europeo, el coleccionista de ligas. A los 37 años, Marcus Brown cuelga las botas tras haberlo sido todo en Europa

El Zalgiris disfrutó de las últimas pinceladas de Brown (Foto Euroleague/Getty)
© El Zalgiris disfrutó de las últimas pinceladas de Brown (Foto Euroleague/Getty)
  
  • Marcus Brown, la estrella itinerante (I), por Daniel Barranquero (2006)

  • Marcus Brown, la estrella itinerante (II), por Daniel Barranquero (2006)


  • Redacción, 13 Oct. 2011.- Se retira un grande. Marcus Brown, uno de los mejores norteamericanos llegados al viejo continente en las últimas dos décadas, dice adiós al baloncesto a la edad de 37 años tras haberlo sido todo en Europa.

    El ex de Unicaja, con el que el equipo malacitano logró su única Liga ACB de su palmarés con una actuación totalmente protagonista de Marcus, se va siendo el máximo anotador histórico de la Euroliga (2.715 puntos, con una media de 15,3), además de ser el sexto en triples, noveno en asistencias y décimo en robos.

    Campeón de todo, Brown conquistó las ligas de Francia, Turquía, Rusia, España, Israel y Lituania, hasta un total de 9 títulos ligueros. Solo en Italia, en su etapa en la Benetton, se quedó sin saborear la miel del éxito el rey midas del basket europeo.

    Brown cumplió su sueño de llegar a la NBA, pero solo pudo jugar 27 partidos allí, 21 con Portland y 6 con Detroit. Estrella en Murray State, se lució en su breve paso por el Pau-Orthez y encandiló más tarde con el Limoges, con el que lo ganó todo. Tras pasar por la Benetton, siguió creciendo en el Efes Pilsen y formó parte de uno de los mejores equipos europeos de la década, un CSKA de Moscú del que fue uno de los pilares.

    En 2005 parecía ya veterano cuando abandonó el cuadro ruso, lo que le valió al Unicaja disfrutar dos temporadas de un escolta único, uno de los mejores de su historia. Un lustro después de robarle la Korac con el Limoges en una de las mayores exhibiciones vistas en aquel año, acabó guiando al Unicaja al título de liga y, superando sus lesiones al año siguiente, hasta la Final Four por su carácter ganador.

    Al genio de las botas negras todavía le quedaba cuerda para rato y continuó con unos números brillantes en el Zalgiris, donde se convirtió en todo un ídolo y hasta en el Maccabi. En Kaunas llegó incluso hasta a ejercer de entrenador-jugador.

    “Quiero agradecer desde el fondo de mi corazón a todos los fans de cada país por apoyarme. También quiero dar especialmente las gracias a los que podrían ser los mejores seguidores de Europa, los del Zalgiris y todos los lituanos. Sin duda es un momento muy especial para mí”, afirmó en su comunicado.

    La Euroliga le hará un homenaje próximamente, en el partido inaugural que enfrentará, curiosamente, a dos de los equipos donde dejó más huella, Zalgiris y CSKA de Moscú.