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Nikola Mirotic: El hijo del Monte Gorica

El niño de la mirada especial que creció demasiado rápido enamoró a un Real Madrid que hoy disfruta de su mayor acierto desde los tiempos dorados de su cantera. De niño a hombre en Palencia, dictador vistiendo de rojo y referente del líder. Conoce con Daniel Barranquero al madrileño de Podgorica

(Foto Euroleague / Getty)
© (Foto Euroleague / Getty)
  

Redacción, 21 Dic. 2011.- Bajo el pequeño monte. Son solo 107 metros pero bastan para dominar la ciudad. El monte Gorica un buen día se sintió otomano, al otro renació en los brazos de Tito y al tercero lloró mirando al cielo gritando independencia, un 3 de junio de 2006. En ese momento, Nikola Mirotic, empezaba a pensar en blanco al otro lado de Europa.



La Podgorica que huele a Adriático, evadiendo el frío de las pistas de esquí que la rodean, la Podgorica que acaricia Albania, la Podgorica teatral, la de la industria pesada. Capital de Montenegro. Tan minúscula y tan grande. A los pies de ese pequeño gigante nació en febrero del 91, allá cuando la Yugoslavia comenzaba a romperse en cuerpo y alma, un chico con cara de estrella que quería ser futbolista.

”Mis padres y mi hermano jugaban y yo me aficioné”. Era delantero. ¿Cómo narices le defenderían en los corners? Sus centímetros jugaban a su favor. Más lo hicieron cuando su crecimiento sin fin le hicieron cambiar de balón. Adiós al cuero que pateó de los 6 a los 12 años. Hola al naranja que le cambiaría sueños, objetivos y hasta su carné de identidad.

Se hizo muy alto. Tanto que le auguraban ser un 2,13. Habría que probar en el basket. Suerte de Joker School. Nombre burlón, cantera muy seria. Con Jadran Vujacic no había espacio para las bromas. Jugador profesional hace unos 25 años, su reto era crear futuras estrellas en Montenegro desde una modesta escuela de formación con menos de cien jugadores. Parece que funciona. “No sabía jugar al baloncesto y llegué sin saber hacer ni siquiera una entrada, empecé desde cero. Poco a poco mejoré y el recuerdo es muy bonito”.

Su tiro funcionaba, era creativo en el poste bajo, listo en la pista y un trabajador como ninguno. Sentía el basket. “Aunque era su primer año, yo lo veía muy bien, me gustaba cómo jugaba. Siempre pensé que si alguien llegaba, iba a ser él", afirmaba su compañero Nikola Rakocevic, hoy en el Grupo Iruña. “Entrenaba muy bien, tenía talento. En dos meses me di cuenta de su futuro. Sentía el basket de una manera especial, su juego era diferente”, le confesó hace meses Vujacic a César Nanclares para Tubasket.com. “Allí decimos que el jugador se descubre en el vientre de su madre. Llevo 40 años en el baloncesto y con mi experiencia sé sentir cuando llega una estrella”. El flechazo fue mutuo. “Aprendí muchísimo en esa escuela con Vujacic. Hoy sigue siendo mi entrenador y cada rato libre que tengo lo aprovecho para entrenar con él. Siempre estoy en contacto con Jadran porque también me ayuda fuera de la pista. Con él crezco como jugador y como persona”. Desde aquel día, no dejó de hacerlo.

El "madrileño" de la mirada especial

El baloncesto le permitió viajar de su Podgorica natal a Zaragoza, cuando solo tenía 15 años. Bendita excusa la de aquel campus. Bendita casualidad para el Real Madrid la de cruzar su camino con el de Nikola. Alonso de Madariaga responsable de la cantera madridista, se enamoró de él. “Hacía todo bien y era especial hasta en la mirada”. Poco después, su destino cambiaría para siempre. “Tras el campus de Zaragoza, Madariaga llegó a Montenegro para verme a mí y el Real Madrid me hizo una oferta que no pude rechazar. También les gustó Nikola Rakocevic y los dos nos fuimos a España”.

Era el tren de su vida pero la decisión no resultó fácil. Los padres de ambos jugadores hablaron y finalmente los padres de Mirotic decidieron venirse con su hijo a un apartamento de la capital. Durante unos meses ejercerían también de padres de un Rakocevic que vivía en una residencia. Se hicieron inseparables.

(Foto JOMA/Encancha.com)
© (Foto JOMA/Encancha.com)


Cadete de primer año, sus horas de estudio se entremezclaban con dobles sesiones de entrenamientos y el siempre duro aprendizaje de un idioma del que no sabía nada. Por suerte, el idilio con Madrid fue total. “Mis padres vinieron conmigo y me apoyaron para pasar el primer año, muy difícil. También me vino bien estar en contacto con mi entrenador, y la propia ciudad ayudó. Ahora mismo estoy muy acostumbrado a la vida de Madrid, me encanta. Me siento aquí como en casa”.

Desde sus 15 años, se le empezó a considerar una de las perlas emergentes y firmes del viejo continente. Ágil, elegante, buen tiro en supensión y a media vuelta, ilusionantes movimientos debajo del aro, capacidad para bajar el balón. Clase, talento, posibilidades. Futuro, mucho futuro. Y él, jugando siempre con gente mayor que él, no ayudaba a pinchar la burbuja. No fallaba nunca. Tercero más valorado en el campeonato de España junior de 2007, campeón del circuito sub20, MVP del campus “Basketball without borders” y, por partida doble, del Torneo de Hospitalet. En 2008 siendo el más joven del equipo.

Al año siguiente, en una de las mayores exhibiciones vistas en los tiempos recientes en cualquier categoría, firmó 84 de valoración en 30 minutos frente al Zeleznik. 35 puntos (9/9 T2, 1/1 T3, 14/14 TL), 23 rebotes, 9 robos, 6 tapones, 10 faltas recibidas, dos asistencias. Humilde siempre, incluso se quitaba méritos tras acabar el partido. “Yo dije que había un par de errores en la estadística, sabía que me habían puesto un tapón y había fallado un par de tiros. Pero vaya, serían setenta y pico de estadística”. ¿Suficiente? No para Nikola. “Perdimos. Cambiaría esos números por haber ganado”.

Con más o menos valoración, soportar las expectativas no resultaba sencillo. “Parecía complicado no perder la concentración, ya que todos esperaban mucho de mí y hablaban de mi juego. El basket era algo ya diferente, muy serio, una oportunidad única para aprovechar. Pasé un periodo bonito, del junior al LEB2, creciendo desde el primer día gracias a los entrenadores de cantera. Entrenaba con Plaza en el primer equipo, jugaba con los otros y era difícil. Sin embargo, mentalmente estuve fuerte y los comentarios suponían una motivación para mí para seguir trabajando”. El boom Mirotic estaba a punto de pasar por el examen más difícil.

De niño montenegrino a hombre español

“Puede que la pregunta sea no preguntarse por qué”. Retumba en el oído de Nikola Fito y Fitipaldis, uno de sus grupos que más le hacen latir. Verano de 2009. Todos hablan de Mirotic. Todos apuestan por Mirotic. Todos quieren a Mirotic. Todos menos un Real Madrid en el que, sencillamente, parece no tener hueco. Van den Spiegel, Lavrinovic, Massey, Hervelle, Papadopoulos, Garbajosa, Velickovic, Papadopoulos, Sinanovic y Mirotic. Diez pívots. La mitad debe salir. Y en cuanto a galones, el montenegrino aún no era nadie en la primera plantilla.

Empero, el Real Madrid no quería desprenderse de la que sentía que era su mejor perla de la cantera en años. La solución, una marcha con asterisco rumbo a Palencia. Cesión por un año a la LEB Oro y a cruzar los dedos para que no se estanque. Por momentos, el cuadro blanco se preguntó si había hecho bien. Sus números eran correctos –8,3 puntos y 4,5 puntos de media-, incluso positivos para un jugador de solo 18 años, si bien se esperaba una explosión aún mayor en un jugador que, sencillamente, no era una promesa más. “Paga la novatada de la transición de junior al profesionalismo, se da cuenta de que tiene que morder el polvo para ganarse cada segundo en la cancha”, diría más tarde Igor Crespo , de su agencia Xpheres, en Tubasket.com. Messina, que lo veía desde la distancia, lejos de asustarse, se frotaba las manos. “Enviamos a Palencia un niño y nos devolvieron un hombre”, apuntó un año después. Su cesión acababa de encontrar sentido.

(ACB Photo / Mariano Pozo)
© (ACB Photo / Mariano Pozo)


“La de Palencia resultó una experiencia muy bonita pero también muy dura. No fueron números que digas que son muy buenos, no, sino normales. Mentalmente cambié bastante. Entrenaba con Lezcano, un gran técnico que siempre me empujó. El objetivo era salvarnos y lo logramos. Puedo decir que maduré bastante allí, no hice un año muy bueno pero mentalmente evolucioné y regresé mejor físicamente”, confiesa a posteriori.

En aquella campaña en el exilio vive uno de los días más especiales de su carrera. A la vez, uno de los más ilusionantes y extraños de su vida. El 26 de marzo obtiene la nacionalidad española, renunciando a la montenegrina, mediante carta de naturaleza. Ahora es cupo. Ahora es seleccionable. Ahora es más valioso que nunca. Pero todo tiene un precio. “Mucha gente en mi país no lo entendió. Fue un momento difícil renunciar a jugar con tu país para hacerlo con España, aunque es una historia que yo he olvidado. Siempre digo que no me equivoqué, tomé una gran decisión de jugar con España. El que no lo entienda, lo siento, pero hice lo correcto”.

Él abrazaba a España y España aprovechaba para besarle, mimarle y ponerle el mundo a sus pies. Lo primero, Europa. Campeonato Sub20 en el viejo continente. Una inoportuna lesión en el Torneo de Arganda le deja casi sin opciones, pero Nikola se afana por llegar cómo sea. Lo consigue. Renqueante, va de menos a más durante el torneo y acaba destapando el tarro de las esencias en el momento clave. 30 puntos y 12 rebotes a Francia, para meterse en cuartos, 14 a Montenegro en uno de los partidos más complicados de su carrera y un 20-15 a Croacia para asegurar medalla. Quinteto Ideal junto a Albicy, Pappas, Papanikolaou y Delas. Bronce, rol de estrella y tarifa plana de confianza para su regreso al Real Madrid.

El círculo se cierra

Ahora sí. Esta vez, nada podía fallar. 22 puntos en el estreno de pretemporada contra Valencia Basket disparan la ilusión. Media docena de clubes acuden a la capital pidiendo la cesión, pero Messina decide que se quede, apostando por él incluso por delante de un Pablo Aguilar que parecía, por edad y solidez, una mayor garantía a corto plazo. No obstante, los minutos están caros. El tiempo pasa, los partidos se suceden, y el pívot no logra arañar minutos. Lejos del lamento, va puliendo su físico a las ordenes del preparadorJuan Trapero y va reclamando, a gritos con su juego, una oportunidad.

Y llegó. Y la exprimió. Vaya si le sacó jugo. 11 puntos contra Unicaja para ganar confianza justo antes de comenzar 2011. 25 de valoración en Euroliga contra Charleroi. 22 en 20 minutos contra CB Granada. 19 puntos y 25 de valoración en una actuación con aroma al Pau de Málaga 2001 frente a Cajasol, otros 19 contra Fuenlabrada. Todo va sobre ruedas. A finales de enero, le endosa 13 puntos en el último cuarto al poderoso Montepaschi para remontar con él de héroe. Cuatro días más tarde, mete dos triples esenciales para ganar en Manresa. En Copa, vuelve a mostrar su sangre fría para eliminar Basket con otra canasta de tres puntos letal en el último minuto al Valencia Basket, que sufrió al verdugo Mirotic también en Euroliga, con triple ganador en el primer partido de cuartos. Y hasta en Playoff (14 puntos, 24 de valoración en Fuenlabrada) hacía ruido.

“Ya no hay vuelta atrás, esto es imparable”, exclamaba Igor Crespo. Nominado como Jugador Revelación ACB 2010-11, Mejor Jugador Joven de la Euroliga y renovado en abril hasta 2016. El futuro se hacía presente. Las estrellas no tienen vértigo. “La pasada campaña puede ser clave para mí. Hasta enero estuve siempre en el banquillo, entrenando bien pero sin jugar, y acabé aprovechando los minutos. Intenté poner energía positiva en la cancha y las cosas me están saliendo bien, al igual que al equipo. No hay que relajarse ni conformarse, sino seguir adelante así”.

(ACB Photo / Alberch)
© (ACB Photo / Alberch)


El círculo se cerraba. Por un momento, todo tenía sentido. Los días de soledad del primer año, el cambio de ciudad, de país, hasta de identidad. De niño a hombre, sí, y de hombre a estrella. Y todo en cuestión de meses. En la agenda de Nikola, los días pasan más rápido.

Referente sin disimulo

Era la noche del 23 de junio. Draft de la NBA. 03:47. Sonaba su nombre al otro lado del charco. Posición 23, elección de Rockets que pasaba a los Timberwolves... para acabar en las manos de los Bulls. Nikola le devuelve el guiño a los Bulls pero avisa: “Primero quiero ser grande en Europa. El Real Madrid es mi casa y esto es solo el principio”, comenta, siguiendo los consejos de su mentor Vujacic: “No puede llegar a la NBA como un cualquiera sino como una estrella”.

“Chicago puede esperar”, repite en la actualidad. Antes había muchas cuentas pendientes. La primera, con un Europeo Sub20 en la que el bronce de antaño ya resultaba suficiente. Quería más. Bilbao, sede del torneo, compartía su deseo. “Este equipo se merece algo grande y yo voy a dar un paso adelante para ayudarle”, avisaba. Y el que avisa, ya se sabe, jamás es traidor. 32-10 contra Grecia, 28-6 a Austria, 41-14 a Ucrania, 22-12 a Alemania, 27-12 a Italia, 12-13 a Letonia, 37-8 frente a Rusia y 29-11 contra Italia nuevamente, esta vez en la gran final. Oro. Histórico oro, el primero en un Europeo Sub20 en la historia. MVP del torneo, con los mejores números en ataque –28 puntos de media- vistos en este torneo jamás. Encandaloso. Obsceno. Delicioso. Dos rombos, por favor.

Orgía de alabanzas y buenas palabras. “Si hubiera querido irse a la NBA es un Top3 del draft. Es el mejor de su generación”, repetía su técnico en la Sub20 Orenga. “Es completo e inteligente, casi siempre toma decisiones adecuadas y me sorprende su continuidad”, replica el seleccionador de la absoluta Sergio Scariolo. En los foros nace un debate, el que le enfrenta al que curiosamente meses más tarde será su compañero en el Real Madrid Serge Ibaka.

Solo hay sitio para uno pero Mirotic no entiende de rivales, ni siquiera para cumplir un sueño. “Ibaka es un jugador magnífico, enorme, dentro y fuera de la cancha. Este verano aportó mucho a la Selección Española. ¿Cómo iba a ser un rival? Al revés, es un compañero mío. Yo gané con la Sub20 y él con la Absoluta, aportando mucho y haciendo un gran trabajo. No tengo ninguna prisa ni presión por llegar a la Selección. Soy joven y ya habrá tiempo para ello. Mi mente está en el Real Madrid”.

Más maduro que nunca y reforzado por el dorado continental, Mirotic se toma la 2011-12 como la de la confirmación. Las expectativas están por las nubes. “No tengo dudas de que Nikola ya es el mejor jugador del Real Madrid. Cuanto antes lo vean, mejor para todos. Ya tendría que ser titular y referencia”, manifiesta categórico Vujacic. No es el único hipnotizado. En la Encuesta Oficial previa a la Liga Endesa, Plaza apuesta por él como protagonista de la competición. Casimiro, más entregado aún, dice su nombre como protagonista, revelación y miembro del Quinteto Ideal. Casi nada.

(Foto EFEDOS/Aitor Arrazabalaga)
© (Foto EFEDOS/Aitor Arrazabalaga)


Es difícil contentar a todos cuando son tantos los que te piden el máximo, mas Nikola acepta el reto. Sus dos últimos partidos ligueros, con 11 puntos, 14 rebotes y 20 de valoración contra Asefa Estudiantes y 20, 7 y 21 respectivamente frente al Assignia, la mejor señal de que, hoy por hoy, lo de promesa suena a broma. Hablamos del que, con Rudy ya al otro lado del Atlántico, ejerce de jugador más valorado (13,5) y máximo anotador (11) del líder de la Liga Endesa, un Real Madrid en el que también es el segundo en rebotes y tapones. En Europa sus números aún lucen más (15,1 val), con exhibiciones recientes como los 26 puntos y 33 de valoración frente a Maccabi o los 21 y 30 contra el Partizan. Igual lo de referencia... no eran tan exagerado. No se conformar con quedarse ahí.

La ambición del chico tranquilo

Extraña dicotomía la del modesto que no quiere parar de crecer. “Soy humilde y lo intentaré ser siempre, pero también soy un jugador que constantemente quiere más. He aprendido a ser así, también como persona. Para crecer tienes que querer más y más. Si ganas algo tienes que ganar más. No me conformo. Quiero conquistar títulos con el Real Madrid. Creo que estoy en el mejor equipo y eso me pone muy contento, pero hay que seguir luchando”.

“Mi mayor sueño es ganar la ACB y la Euroliga con el Real Madrid”, responde sin titubear. “Respecto al futuro, en mi carrera no quiero ponerme aún techo, solo mejorar mucho, ser yo mismo y convertirme en un jugador grande”. Para ello, se propone mejorar su defensa. Pulir su bote, dribbling y tiro lejano, los próximos objetivos en su desafío de ser un jugador total.

Se habla de Nowitzki. Se habla de su potencial máximo. De reinado en Europa o de impacto NBA. De un mundo muy bonito, sí, pero que da vértigo. Entre sueño y sueño, tiempo para dar un paseo, ir al cine o a cenar con su novia, que estudia musicoterapia y vive con él. Vida tranquila la del chico familiar amante del jamón y la paella y fan de Pereza, Efecto Mariposa y los mencionados Fito y Fitipaldis, que supo responder a la ilusión con más ilusión.

“Definitivamente es realmente un jugador muy bueno. No me había dado cuenta de lo joven que era hasta hace un mes”, afirma su compañero Pocius. “Es bastante tranquilo, pero tiene hambre y siente pasión por el baloncesto. Más maduro, intenta mejorar cada día las cosas que no le salen bien y desde el club le intentamos apoyar mucho y no meterle más presión, que esté tranquilo”, apuntó en El País Alberto Herreros. "Nos sorprende que asuma tanta responsabilidad. Es un superclase. Tiene pasión por el baloncesto, inteligencia, ambición y ganas de triunfar, sus manos son una mina cargada de puntos", comenta, orgulloso de cada uno de los pasos de su mirlo blanco, el jugador mejor llevado por el club desde los tiempos dorados de la cantera blanca.

(ACB Photo)
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“Es inteligente; carismático; tiene la mirada limpia”, repite el agente Igor Crespo, incidiendo en esos ojos cargados de ambición que un día, hace ya más de un lustro, convencieron a Alonso de Madariaga. Él era el fichaje. Él era el futuro. Él es hoy la realidad, la referencia, la esperanza de un Real Madrid que ya le disfruta como líder y ya le siente como estrella.

“No voy a despertarme porque salga el sol”, canta Fito. Cielo despejado y días iluminados para el aprendiz de futbolista que un buen día empezó a crecer. Hoy lo único que se detuvieron fueron sus centímetros, hijos de un Gorica (“pequeño monte”) que sin ser el más alto, el más poderoso o el más temible, domina a su antojo una ciudad, como Nikola pretende hacer con la Liga Endesa. Madrileño de Podgorica, Monteblanco es su nueva tierra, demasiado lejana al cielo como para no atreverse a mirarlo