Madrid, 25 Nov. 2006.- El Real Madrid continúa invicto y líder en solitario tras salvar con sobresaliente otra exigente prueba, el gran clásico, la visita del Winterthur FC Barcelona, su ogro más reciente, tras ganar en los últimos seis enfrentamientos ligueros en casa. No fue así está vez, de hecho no tuvo apenas opciones: el Real Madrid marcó su territorio desde el mismo arranque y dominó el partido con autoridad.
Los blancos están que se salen. Jugaron un partido extraordinario, muy bueno en ambas canastas, para derrotar sin paliativos a su histórico rival. Defensa inteligente y agresiva, dejando sin muchas opciones a su rival. Sólo Navarro, y a base de su inconmensurable talento, encontró el camino en la muralla madridista.
Pero lo mejor fue el ataque. El Real Madrid sigue siendo una máquina muy bien engrasada, sin egoísmos y jugando prácticamente de memoria. Con Raül López al mando todo fluye, no es necesario siquiera que anote o mire el aro; ya lo pueden hacer los demás, un día uno, al siguiente otro. Hoy la muñeca más fina fue la de Alex Mumbrú, bien acompañado por el constante golpeo de los pívots: Felipe Reyes se adueñó de ambas zonas y Hamilton, Varda y Hervelle también brillaron con luz propia.
Una victoria que vale mucho para el Real Madrid. Ya son seis victorias de ventaja sobre el Winterthur FC Barcelona, renta que debería ser más que suficiente para acabar por delante en la Liga Regular. También sirve para fijar un impresionante 10-0 en su casillero, en su mejor arranque desde 1988, y asegurar virtualmente el billete para la Copa del Rey.
Arranque demoledor
Conciente de los problemas de su rival, el Real Madrid no quiso dejar opción. Intimidar desde el primer momento, demostrar que su condición de favorito atesorada con cinco victorias de ventaja en apenas nueve jornadas no era baladí. Y lo consiguió: un baloncesto total que bien valía una rápida renta de 10 puntos.

El conjunto catalán mejoró tras el primer periodo, aumentando su listón defensivo (poco a poco, el Real Madrid empezaba a ver pequeño el aro) y encontrando un poquito, sólo- a Juan Carlos Navarro. Pero aun así, el Real Madrid seguía siendo superior, aguantando los embates blaugrana y respondiendo con defensa y agresividad a su cierto bajón ofensivo. Y con un triple de Hervelle, fijó una nueva máxima (35-21), compensada al intermedio con un lejano triple de Juan Carlos Navarro (43-32).
Pero fue sólo un espejismo. El partido era totalmente del Real Madrid. Sin paliativos. Llovían los puntos desde todos los sitios, de todos los jugadores. Triples continuados con canastas interiores y, si fallaban, habituales rebotes ofensivos en la cuenta de un Felipe Reyes descomunal. Con esas, rápido parcial 8-0 de inicio del tercer periodo (51-32).
No había tregua, el partido tendía cada vez más hacia el lado blanco, y la ventaja aumentaba aun más hasta fijar una nueva máxima, absolutamente convincente: 20 puntos, 60-40 (m.26). Al Barça todavía le quedaba un bala, cargada y lanzada por Juan Carlos Navarro, que en un alarde de talento y valentía devolvió a su equipo un halo de esperanza (62-48). Fue en vano, pues el Real Madrid reaccionó raudo para cortar en seco el intento blaugrana y devolver una cómoda renta al electrónico, llegando otra vez a 20 puntos (70-50) en los albores del último periodo.
La recta final ya no tuvo historia: siguió el festín blanco hasta cosechar una imponente victoria y poner fin a una maldición que se prolongaba desde 2001 sin derrotar a su gran rival en casa en liga.
90 - Real Madrid (27+16+24+23): López (-), Bullock (9), Mumbrú (15), Reyes (15), Hamilton (8) -cinco inicial-, Smith (12), Hervelle (15), Tunceri (3), Tomas (6) y Varda (7).
73 - Winterthur FC Barcelona (17+15+16+25): Lakovic (13), Navarro (21), De la Fuente (-), Trias (13), Marconato (6) -cinco inicial-, Basile (2), Vázquez (-), De la Fuente (-), Kakiuzis (2), Grimau (8) y Kasun (2).
Arbitros: Pérez Pérez, Perea y García Leal. Excluyeron por personales a Varda (m.39). Señalaron técnica a Navarro (m.22) por protestar.
Incidencias: encuentro correspondiente a la décima jornada de la Liga ACB 2006-07 disputado en el Palacio Vistalegre ante unos 13.900 espectadores.
Ramón Calderón, presidente del Real Madrid, bajó al banquillo a desear suerte a los jugadores y técnicos blancos antes del inicio del encuentro.