Crónica

El Chacho vuelve a inventar (98-66)

El Real Madrid se ha mostrado de nuevo letal y ha batido por 98-66 al CAI Zaragoza, clasificándose para la final de la Copa del Rey. Sergio Rodríguez, Mirotic o Rudy, brillantes. Es la 2ª victoria más amplia de la historia de la Copa

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Redacción, 8 Feb. 2014.- El Real Madrid volvió a mostrar su mejor versión para conseguir el pase a la gran final de Copa tras vencer por 32 puntos (98-66) a un CAI Zaragoza que solo resistió hasta que el Chacho Rodríguez entró en pista (22-15, m.10).



Con el base canario inventando, el cuadro blanco despegó. Sergio generó en el ecuador del segundo cuarto 15 de los 17 puntos de su equipo para romper el partido (50-24, m.18). Pese a la reacción zaragozana al descanso, con un 2-9 (54-37, D), un 12-3 de salida en el tercer periodo, con Rudy de ejecutor, disipó cualquier emoción posible.

Al final, el Real Madrid emuló al Barça de Pau en 2001 y Sergio Rodríguez, con 11 asistencias, logró el récord copero en la historia del club, como guinda al 98-66 final.

El teorema de Rudez

Rudez es un tipo sincero y no se anda con medias tintas. Te dice a la cara que tienes que hablar más de él por su gran estado de forma, alardea de haberse visto las 4 pelis de Torrente y deja los clichés y las frases vacías para otros a la hora de hacer declaraciones. “Sinceramente, no puedo ni contar cuántas veces consecutivas hemos perdido contra ellos. Creo que van 7 derrotas ya seguidas, sería estúpido decir que vamos a ganarles sin problemas”. Y, tras ver su plan de acción de cuartos, quedó claro que el CAI, de tonto, tiene poco.

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Después de merendarse a los pívots del Unicaja el jueves, Shermadini salió a hacer lo mismo hoy, sin importarle la camiseta de su rival. Solo 6 puntos seguidos de Rudy contenían la furia zaragozana en los compases iniciales (6-6, m.3). Sin embargo, 5 puntos seguidos de Llull y un triple de Mirotic encendieron la primera alarma en el equipo de Abós (16-10, m.6). No le importaba al CAI, que volvió a ponerse a uno exhibiendo la misma sobriedad y seriedad que 48 horas antes. El rebote era suyo y el ritmo del encuentro, pese a la igualdad, también.

Sin embargo, el conjunto aragonés desaprovechó varias opciones fáciles para ponerse por delante y, al primer descuido, el Real Madrid atacó. Dijo el sabio Rudez que, para ganar al monstruo blanco, hacían falta 40 minutos buenos y no solo 38. A los primeros dos minutos de despiste, zarpazos de Carroll y Reyes y otro del propio Rudy para transformar un saque de fondo con solo 3 segundos de margen en canasta. En 6-0. En 22-15. Y en mazazo para un CAI que, sin haber dado un solo síntoma previo, se vino abajo.

Y Chacho rompe el partido…

El baloncesto es ese deporte que inventó Naismith en el que el Chacho aparece en el segundo cuarto para hacer explotar el partido por los aires. Cuando se trata de Sergio Rodríguez, las tradiciones son ley. Con el canario en pista, la resistencia zaragozana se diluyó. El músculo de Slaughter, el primero en reaccionar con 4 puntos seguidos. Ni siquiera la salida a pista de Shermadini, tras el 10-2 sufrido con él en el banquillo, pudo evitar la tormenta que se avecinaba.

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El alley-oop con Slaughter fue el primer aviso. Su robo a Llompart, que derivó en antideportiva, el segundo. La nueva recuperación, esta vez a Shermadini, para su costa a costa, el tercero (35-19, m.14). Ya no le harían falta más. Lo que vendría a continuación, simplemente, fue una ejecución. El arte de matar un partido. El arte del baloncesto. Porque es eso, baloncesto, ese deporte que el maestro Rengel, homenajeado un año después de su última sonrisa, sabía explicar con palabras. Cinco tipos con dos manos, un balón y un cesto. Y un loco divino, un genio que inventa, al que le podría haber dado por pintar cuadros o esculpir esculturas pero que se decidió por dibujar canastas. Qué cosa más sencilla. Qué cosa más inmensa.

Desde el 33-19 en el minuto 13, 15 de los 17 puntos saldrían de esas manos tostadas al sol tinerfeño. El pase a Carroll para el triple, el mate de Reyes. Y tres encestes seguidos de todos los colores, el último con un palmeo más propio de un pívot corriendo el contraataque. Y vuelta a imaginar, con pase para el alley oop de Mejri. Solo 2 tiros libres de Mirotic –por cierto, tras pase de del Chacho- frenaron ese monopolio de descaro, de magia y de acciones decisivas para poner el encuentro patas arriba: 50-26 (min.18).

Más allá de la magia del que probablemente sea el jugador en un momento más dulce del viejo continente, el CAI no se merecía un resultado tan cruel. El balón no entraba, la defensa se quebraba por el Chacho y la Shermadini-dependencia (25 de valoración en la primera mitad) era preocupante, mas la actitud era idéntica que en los momentos dorados de cuartos. Su constancia tuvo premio con un epílogo para recuperar la esperanza. Un 2-9 en minuto y medio convirtió al descanso (54-37) el huracán en temporal. Mas el sol parecía tan lejano…

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El Madrid del Chacho

Los 17 de ventaja eran un mundo, sí, pero el baloncesto las ha visto peores. ¿Qué hubiera sido del partido con un parcial de 2-13 en cuatro minutos del CAI? Tras ver la primera jugada del cuarto, la preguntaba no necesitaba ni respuesta, con Llull anotando un triple sobre la bocina forzando, cayendo, como si hubiera empujado el balón hacia adelante para quitárselo de encima. Otra vez veinte de diferencia. Otra vez a punto de despegar.

Cuando no era Mirotic machacando, era Llull el que finalizaba el contraataque. Cuando no era Rudy el que aparecía con un triple, volvía Mirotic para ejecutar el juego de tiralíneas. Y vuelta a empezar. Una especie de círculo vicioso donde el blanco siempre gana. 12-3 de parcial (66-40, m.25) y el déjà vu de cuartos. El déja vu de toda una temporada.

Como si el tercer cuarto hubiera durado veinte minutos. Como si la segunda parte hubiera durado diez, y qué más daba. El CAI, paraguas en mano, intentaba protegerse de la segunda tormenta. Draper daba aún más velocidad y Reyes se sacaba de la nada un 2+1 imposible para ganarse la enésima ovación de la noche (75-48, m.29). Y la máquina continuó en el último cuarto, donde cada canasta tenía su significado. Una máxima (el +28 tras 2+1 de Rudy, +29 de Reyes tras pase del Chacho o el tope de 32, 86-54, con triple del propio Rodríguez) o, simplemente, un guiño al baloncesto y a la propia historia.

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Porque, con el último pase de Sergio Rodríguez para el triple de Draper, el canario igualó el récord histórico madridista de asistencias en una Copa (11) y el Real Madrid, con el +32 definitivo (98-66, 2ª máxima vista en una Copa), se convirtió en el primer equipo en ganar 2 partidos en cuartos y semifinales por más de 20 puntos desde el Barça de Pau, en 2001. ¡Desde el Barça de Pau! Quizá dentro de 13 años se hable del Madrid del Chacho. Quizá, algún día, se quede sin inventar. Pero parece tan imposible....